“Perdemos a Nuestros Niños en el Camino”: Pediatra del Hospital San Isidro de Tocoa

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Tocoa, Colón – En la voz de la doctora Nelly Álvarez, pediatra del Hospital San Isidro en Tocoa, Colón, se percibe la frustración y la tristeza de quien ha visto morir a niños a causa del dengue. Para ella, el problema no radica únicamente en la falta de recursos en el hospital, sino en la larga y peligrosa travesía que sus pequeños pacientes deben emprender hacia San Pedro Sula, en busca de un tratamiento que podría salvarles la vida.

“Es desgarrador saber que un niño, al que logramos estabilizar después de luchar contra el dengue, puede morir en el camino por no tener el equipo necesario para salvarlo aquí en Tocoa”, comenta la doctora Álvarez con evidente angustia. Según ella, los traslados de hasta cinco horas hacia los centros asistenciales en San Pedro Sula son, a menudo, un factor determinante en la muerte de menores en esa región.

“Cinco horas son una eternidad cuando estás luchando contra el reloj”, dice la doctora Álvarez, mientras recuerda los casos de los niños que han perdido la vida a causa del dengue en Colón. “No murieron aquí, pero la lucha por sus vidas comenzó en este hospital. Saber que esas horas en la carretera pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte es una carga muy pesada de llevar”.

En el Hospital San Isidro, el equipo médico hace lo que puede con los recursos limitados que tienen. Pueden estabilizar a un paciente, pero carecen de los medios para tratar a fondo los casos más graves. “Nos falta personal especializado, equipo avanzado, todo lo que un niño grave necesita para sobrevivir”, explica. “Los padres confían en nosotros, pero no podemos hacer milagros cuando el sistema nos deja con las manos atadas”.

El Aedes aegypti, el mosquito que transmite el dengue, no discrimina. Sus picaduras han llevado a cientos de niños al borde de la muerte en todo el país. Con cerca de 100 mil casos y casi un centenar de muertes, la situación en Honduras es alarmante. “Ver morir a un niño en un trayecto de cinco horas es algo que ninguna madre, ni ningún médico, debería experimentar”, reflexiona la doctora Álvarez.

La pediatra concluye con un llamado urgente: “Necesitamos más que solo estabilización. Necesitamos la infraestructura, los recursos y el personal aquí, en Tocoa. No podemos seguir perdiendo a nuestros niños en el camino”. Su voz resuena con la esperanza de que alguien, en algún lugar, escuche su clamor y tome medidas para evitar que más familias vivan la tragedia de perder a un hijo en esa interminable carretera hacia San Pedro Sula.