Escuela normal Matilde Córdoba de Suazo: un testimonio abandonado del pasado

Cultura

Trujillo, Colón – En Trujillo, Colón, un eco del pasado resuena en las paredes desmoronadas de la Escuela Normal Mixta Matilde Córdoba de Suazo, una institución que una vez fue el orgullo de esta ciudad y ahora yace en el olvido, destruida por el tiempo y el saqueo.

Ocho años después de su cierre en 2016, lo que alguna vez fue un populoso centro de formación para futuros maestros y maestras, hoy se presenta como una sombra de lo que fue.

Fundada en 1983, durante el mandato del presidente Dr. Roberto Suazo Córdova, la Escuela Normal Matilde Córdoba de Suazo fue una luz de educación en la región.

Su mudanza a su propio edificio en mayo de 1986 marcó el inicio de una era de aprendizaje y crecimiento. El complejo educativo, con sus cinco módulos bien distribuidos, albergó a más de cinco mil maestros y maestras que hoy educan a las futuras generaciones en escuelas y colegios de todo el país.

Pero ese esplendor se ha desvanecido. Con el cierre de la escuela, el lugar fue dejado a su suerte. Los dueños de lo ajeno no tardaron en actuar, llevándose techos, puertas, ventanas, e incluso los baños, mientras las autoridades parecían mirar hacia otro lado, impotentes ante la destrucción.

Los módulos que una vez fueron aulas vibrantes, talleres y laboratorios, hoy son solo cascarones vacíos, testigos mudos de la negligencia.

Caminar por los pasillos ahora desiertos es como recorrer un museo al aire libre de lo que alguna vez fue un centro de excelencia educativa.

Las aulas, donde generaciones de maestros aprendieron su vocación, están invadidas por la vegetación, el suelo está cubierto de escombros, y el viento sopla a través de las ventanas rotas, llevando consigo los susurros de un pasado mejor.

La historia de la Escuela Normal Matilde Córdoba de Suazo es un recordatorio nostálgico de lo que fue y de lo que podría haber sido. En un lugar donde la educación floreció, ahora solo quedan ruinas.

Pero en los corazones de aquellos que alguna vez caminaron por sus pasillos, la memoria de su tiempo en la escuela vive, iluminando las aulas de otros lugares con el conocimiento y la pasión que allí cultivaron.

Este edificio, hoy abandonado, sigue siendo un símbolo, no solo de lo que se ha perdido, sino también de la resistencia de los maestros que se formaron en sus aulas y que, a pesar del deterioro físico, continúan enseñando y formando las mentes del mañana, llevando consigo el legado de la Matilde Córdoba de Suazo.