Olanchito, Yoro – La parroquia San Jorge de Olanchito se llenó de abrazos, lágrimas y un profundo sentimiento de nostalgia al despedir al querido cura párroco Gilberto Antonio Chávez Flores. Mexicano de nacimiento, pero hondureño de corazón, el Padre Gilberto dejó una huella imborrable en el municipio que lo acogió como uno de los suyos durante años.
Bajo el techo de la iglesia que tantas veces resonó con sus homilías y mensajes de fe, los feligreses se reunieron para rendir homenaje a un hombre cuyo liderazgo trascendió las fronteras de lo espiritual.
Más allá de su papel como guía religioso, el Padre Gilberto se convirtió en una figura clave para la sociedad, especialmente durante los momentos más difíciles de la pandemia.
Su trabajo como tesorero al frente del comité de la sala COVID no solo salvó vidas, sino que también devolvió la esperanza a una sociedad golpeada por la incertidumbre. La población confió en su figura, y gracias a su incansable esfuerzo y transparencia, se logró lo que muchos consideraban imposible.
“Siempre recordaré su humildad y dedicación. Fue más que un sacerdote; fue un hermano para todos nosotros”, comentó una feligresa visiblemente conmovida.
La despedida estuvo llena de palabras de agradecimiento, flores y aplausos, pero sobre todo, de corazones llenos de cariño, a lo largo de la carretera cientos de catolicos le aguardaban para despedirse de el.
En cada comunidad grupos de Olanchitos esperaban la caravana de vehículos que despedian al amigo, al guia espiritual. Olanchito le dice adiós al Padre Gilberto Chávez, sabiendo que su legado perdurará en cada esquina de esta tierra que aprendió a llamar hogar.
Hoy, aunque parte hacia una nueva Parroquia, su ejemplo de fe, trabajo y sencillez permanecerá como una luz que guiará a quienes lo conocieron y aprendieron de él.
Gracias, Padre Gilberto, por todo lo que dio a este pueblo. Siempre será recordado como un verdadero hijo adoptivo de Olanchito.