Olanchito, Yoro – En las calles anegadas de varias comunidades de Olanchito, donde las huellas de las recientes inundaciones aún son visibles, persiste un sentimiento de abandono.
Dos ministros, acompañados de grandes comitivas, llegaron al municipio con promesas de ayuda inmediata para las familias afectadas. Sin embargo, lo que comenzó como un anuncio esperanzador, terminó siendo un escenario de frustración y denuncias de manipulación política.
“Aquí vinieron diciendo que iban a comprar los sacos de alimentos. Reunieron a todas las bodegas y supermercados de la ciudad, nos dieron requisitos absurdos y pedían un millón de lempiras en garantía. Algo ilógico, porque quienes nos iban a deber eran ellos”, expresó con indignación un comerciante local. “La verdad es que vinieron a darnos paja, ni compraron alimentos aquí ni trajeron de afuera”, lamentó.
Lo poco que llegó se convirtió en objeto de controversia. Según denuncias, la ayuda fue entregada exclusivamente a sectores vinculados al partido de gobierno, dejando a muchas familias afectadas en el olvido.
“Es lamentable cómo se llenan la boca diciendo que ‘sí cumplen’. En Lomitas, solo a unos cuantos les dieron, y fue porque eran activistas suyos. Al resto de afectados ni nos voltearon a ver”, relató Andrés Bobadilla, uno de los damnificados.
Las críticas no solo apuntan a la falta de apoyo real, sino también a la burocracia que complicó aún más la situación.
Comerciantes y ciudadanos afectados coincidieron en que los procedimientos impuestos para gestionar la ayuda eran inviables, priorizando intereses políticos sobre las verdaderas necesidades de la comunidad.
En medio de la indignación y las carencias, los damnificados siguen enfrentando el reto de reconstruir sus vidas con escasos recursos. “Perdimos casi todo, y lo poco que llegó no fue para quienes realmente lo necesitábamos”, añadió Bobadilla, reflejando el sentir de cientos de familias que todavía esperan respuestas.
SARA dejo expuestas no solo las vulnerabilidades de la infraestructura local, sino también las profundas brechas en la gestión humanitaria, donde el sufrimiento humano parece haberse subordinado a los intereses políticos.