Saba, Colon – El sector bananero del Valle del Aguan enfrenta un escenario crítico tras las intensas lluvias generadas por la tormenta tropical Sara y un reciente frente frío. Según Alirio Garay, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Empresa Agrícola Santa Inés (Sitraeasisa), las fincas bananeras más afectadas, como Guanacaste, La Paz y La Esperanza, quedaron inundadas al 100%, dejando pérdidas millonarias.
La devastación en este sector revela la fragilidad de la infraestructura agrícola frente a fenómenos naturales recurrentes. Garay detalló que, de la producción total en las fincas afectadas, apenas un 30% pudo salvarse, mientras que el 70% restante requiere procesos de recuperación y rehabilitación, lo que representa un enorme reto tanto para los productores como para los trabajadores.
Impacto económico y laboral
Estas pérdidas no solo afectan la economía del sector agrícola en Colón, sino también la estabilidad laboral. Aunque Garay aseguró que los empleados permanentes, que suman alrededor de 1,049 personas, conservarán sus empleos debido a las labores de recuperación, los trabajadores temporales enfrentarán un panorama incierto.
Esto plantea preguntas sobre la sostenibilidad del empleo y la capacidad del sector para adaptarse a las consecuencias del cambio climático.
La necesidad de infraestructura fuerte
Un factor clave en este desastre fue la debilidad de las bordas que protegen las fincas. El río Aguán desbordó y socavó estas estructuras, dejando expuestas a los campos bananeros y cultivos.
Este problema no solo pone en riesgo la producción actual, sino que también evidencia la falta de inversión en infraestructura que pueda mitigar el impacto de fenómenos climáticos extremos.
Un llamado a la acción
El líder sindical subrayó la urgencia de apoyo gubernamental y del sector privado para la rehabilitación de las fincas y la construcción de bordas más resistentes. Sin embargo, también es fundamental que se desarrollen políticas agrícolas que consideren los riesgos climáticos, fomenten prácticas sostenibles y brinden apoyo técnico y financiero a los pequeños y grandes productores.
La situación en Colón no es un caso aislado, sino un reflejo de los desafíos que enfrenta la agricultura en Honduras ante el cambio climático y la falta de infraestructura adecuada.
Este evento debería servir como una alerta para impulsar medidas que fortalezcan la seguridad alimentaria, protejan los empleos agrícolas y preserven los ecosistemas en regiones vulnerables como esta.