En la historia de las decisiones que afectan a una población, hay momentos que, aunque no siempre comprendidos de inmediato, se sabrán valorar con el paso del tiempo.
Así, la aprobación del aumento de la tasa ambiental en Olanchito, acordada en un cabildo abierto, quedará como un paso que, probablemente, muchos no entenderán en su totalidad hoy, pero que, sin duda, marcará un antes y un después para las futuras generaciones.
El objetivo de esta medida es claro y noble: generar los fondos necesarios para indemnizar a los propietarios de tierras en la zona núcleo y en las microcuencas de Uchapa y Pimienta, fuentes vitales de agua potable para toda la ciudad.
La Alcaldía, bajo el liderazgo del Alcalde Juan Carlos Molina Puerto, se compromete a manejar estos terrenos, garantizando su preservación y evitando que se sigan talando los árboles en una zona de más de 6,000 hectáreas que es crucial para la sostenibilidad de los recursos hídricos de Olanchito.
Este esfuerzo no es una decisión aislada. Se apoya en la participación activa del Comité de Desarrollo Municipal (CDM), compuesto por personas honorables como Juan Ramón Ramos, Antonio Martínez, Terencio Puerto, Yadira Hoch, Teresa Carrasco, Nelson Alonso, Medardo Guevara y Cecilio Andino.
Todos ellos, desde sus áreas de influencia, han respaldado esta iniciativa con la certeza de que la conservación del agua y los recursos naturales no solo es responsabilidad de unos pocos, sino de toda la ciudadania.
El proyecto, que se extenderá por una década, tiene como objetivo primordial sanear y proteger las microcuencas de Uchapa y Pimienta, y luego proceder con la restauración de otras microcuencas rurales.
La tasa ambiental, aunque aumentada temporalmente, será una herramienta eficaz para la conservación de estas fuentes de agua, sin la cual Olanchito no podría garantizar un futuro sostenible para sus habitantes.
Después de esos diez años, la tasa regresará a su valor original, pero para ese entonces, la alcaldía espera haber logrado el control total de estas zonas estratégicas, con planes que incluirán la reforestación, el control de las quemas y la erradicación de la tala ilegal.
Mirando al futuro, esta medida será vista como un acto visionario que, a pesar de las críticas y la incomodidad momentánea, garantizará la preservación de uno de los recursos más valiosos: el agua.
Las generaciones venideras, aquellos que disfrutarán de la protección y restauración de estas microcuencas, seguramente reconocerán la importancia de esta iniciativa y entenderán que lo que hoy parece una carga económica será, en realidad, un legado que no tiene precio.
Este es el tipo de decisiones que, aunque a corto plazo pueden generar dudas y resistencia, nos invitan a pensar en el bien común, en la sostenibilidad y en el futuro de nuestro entorno.
Quizá, hoy, algunos no comprendan la magnitud de esta acción, pero con el tiempo, Olanchito sabrá que en la valentía de tomar medidas como esta se construye un futuro más verde, más limpio y más seguro para todos.