La Ceiba. Sujetando el único remo con su diestra y con la otra sosteniendo las herramientas de pesca tirados en su espalda, don Víctor García, regresa del mar, sin las capturas que acostumbra traer a la playa.
En estos días de clima lluvioso, el mar, no está siendo benevolente con él. Y este hombre garífuna, vuelve a su casa, con una sonrisa, como si hubiese tenido su mejor pesca.
Nativo de El Porvenir, en el departamento de Atlántida, este pescador adoptivo de la colonia Dantillo, en La Ceiba, lleva 30 años, desafiando el mar con solo un remo de laurel.
Su vida que ya poco alcanza las nueves décadas, transcurre entre la pesca y su casa. “soy como un cuzuco”, afirma, Yil, como también le llaman sus amigos cercanos.
Un remo y una vela, impulsan su pequeña embarcación hacia los puntos donde abundan peces. Cuando hay viento, no tiene que esforzarse al regresa, pues las corrientes marinas lo empujan a la costa.
“Lo único que no tengo que perder de vista es eso”, cuenta, mientras con su remo señala el cerro, donde se impone el Pico Bonito.
Cuando logra una buena pesca, su regreso viene acompañado con alegría, “me encanta, porque la gente está esperando a orillas de la playa, y yo les doy pescado”, contó este artesano del mar, en una plática informal en la calle que lleva a su querido Dantillo.
Hoy no está teniendo esa satisfacción, porque el mal tiempo tiene a los pescadores varados en tierra firme, sin poder hacer sus faenas. “Bueno, gracia sa Dios, por este nuevo día, no pude salir a pescar; pero lo intenté”, avanza hacia su casa don Víctor, donde su cama lo espera.