Iriona: Donde el polvo no borra la herencia garífuna

Cultura

Iriona, Colón – Iriona no es solo un punto en el mapa. Es un latido. Un eco profundo que se escucha en cada tambor, en cada saludo en lengua garífuna, en cada risa que se escapa entre los caminos de polvo.

Por esa tierra hermosa —sí, hermosa— caminé hace poco, con los sentidos abiertos y el corazón dispuesto a reencontrarme con la raíz misma de esta olvidada pero hermosa región
.
Desde Punta Piedra hasta Sangrelaya, uno no solo transita una ruta geográfica, sino una ruta espiritual, un recorrido por una Honduras ancestral y viva, donde la modernidad aún no logra borrar los colores, ni el viento callar los cantos.

Recuerdo con nitidez la escena que me conmovió en lo más hondo: una pareja de garífunas, piel curtida por el sol y mirada firme, cargaban sobre sus espaldas enormes cargas de leña y racimos de plátano.

Avanzaban en silencio, pero su andar decía tanto. Era una postal de lucha, de trabajo diario, de una herencia que sigue latiendo con fuerza en medio de la tierra caliente y noble.

Más adelante, un autobús viejo, de esos que parecen cargados de historias más que de pasajeros, avanzaba entre nubes de polvo. Iba repleto de viajeros, algunos con destino, otros con memoria. Lo vi perderse entre la polvareda, rumbo a algún punto de Iriona donde la cultura no se enseña: se vive.

Y es que en esta franja del oriente de Colón, el tiempo camina a otro ritmo. Aquí, la lengua garífuna no es un adorno para turistas, sino la forma natural de contar el día. La comida no se improvisa, se honra: el plátano, el coco, el pescado fresco, el casabe… todo sabe a historia.

El polvo de la carretera, aunque omnipresente, no ha logrado cubrir la dignidad ni lo auténtico de estas comunidades. Al contrario, parece una capa sagrada que protege lo que allí sigue intacto: la identidad.

Caminar Iriona es caminar sobre los pasos de ancestros que cruzaron océanos, que resistieron esclavitudes, que bailaron su libertad. Es recordar quiénes somos. Es, sin duda, para un garífuna volver a casa y reencontrarse con su pasado.