Olanchito, 15 de abril de 2025 – En el corazón de la Semana Santa, este Martes Santo se vive con recogimiento y profunda espiritualidad en todo el país, mientras miles de fieles acuden a las iglesias para reflexionar sobre los misterios más íntimos de la fe cristiana.

En cada rincón de Honduras, desde las grandes catedrales hasta los más humildes templos rurales, se alzan plegarias, se escuchan confesiones y se medita en silencio.
El Martes Santo es un día marcado por la controversia, no de manera superficial o política, sino desde la raíz más profunda del dolor humano: la traición. En las lecturas del Evangelio según San Juan (Jn 13, 21-33, 36-38), Jesús no solo anuncia su entrega, sino que revela que será traicionado por uno de los suyos y negado por otro. En medio de la mesa compartida, el Maestro revela la fragilidad del corazón humano y la necesidad urgente de conversión.
En Olanchito, desde tempranas horas, los templos se llenaron de fieles que buscan en el silencio del confesionario un espacio para reconciliarse con Dios. Las meditaciones se entrelazan con el sonido de las campanas, y en las próximas horas se espera la tradicional procesión del Nazareno.

Mientras tanto, en zonas rurales, los vecinos se organizan para representar los últimos momentos de Cristo con dramatizaciones que combinan devoción, cultura y memoria viva.
Pero más allá de los actos litúrgicos, el Martes Santo nos propone una pregunta esencial: ¿Somos nosotros también, hoy, capaces de traicionar al que decimos amar? ¿Con cuántos Judas conviven nuestras decisiones? ¿Y cuántas veces, como Pedro, negamos lo que decimos creer?
El Martes Santo no es un simple trámite antes del Jueves y Viernes Santo; es un espejo del alma. Nos obliga a detener el paso y examinar si nuestras palabras están alineadas con nuestras acciones, si nuestro corazón realmente acompaña el camino de Cristo o si hemos permitido que el ruido del mundo nos aparte del silencio interior donde habita la verdad.

“Es un día para reconciliarnos con el Padre y con nuestros hermanos, tal y como Cristo quiere”, reflexionó uno de los sacerdotes de la parroquia San Jorge. Porque no se trata solo de recordar la traición de Judas o la negación de Pedro. Se trata de mirarnos a nosotros mismos con honestidad y preguntarnos: ¿de qué lado estamos?
En este Martes de controversia, la Iglesia nos invita a intensificar la oración, a vivir el silencio con humildad y a preparar el corazón para los días más solemnes de la fe cristiana.
El Triduo Pascual se aproxima, y con él, la oportunidad de acompañar a Jesús en su pasión, su cruz… y también en su resurrección. Porque al final, ese es el verdadero camino del cristiano: morir al egoísmo para nacer en el amor.