Olanchito, Yoro. Eran las seis de la mañana cuando los primeros rayos del sol comenzaron a iluminar las calles de la ciudad cívica, y con ellos, jóvenes de la Pastoral Juvenil daban vida a una de las tradiciones más sentidas de la Semana Santa: el Santo Vía Crucis, una recreación de los últimos momentos de Jesús que año con año convoca a miles de fieles olanchitos.

El recorrido inició desde el templo San Jorge, donde el cura párroco de la ciudad dio las palabras de apertura acompañado de una multitud de feligreses.
Con paso sereno, oración y recogimiento, la procesión avanzó por las principales calles de Olanchito, marcando una a una las 14 estaciones del Vía Crucis, cada una cargada de simbolismo, fe y profunda devoción.
Niños, adolescentes y jóvenes asumieron los distintos papeles de la representación con respeto y entrega, llevando a los presentes a un viaje espiritual que revivió la pasión, el dolor y el sacrificio de Jesucristo.

La comunidad Católica, en silencio reverente, acompañó el trayecto, recordando que este acto no solo es una dramatización, sino una expresión de fe que se renueva en cada paso.
Uno de los momentos más conmovedores del recorrido se vivió en el Centro Penal de Olanchito, donde se llevó a cabo la representación de la crucifixión, una estación que se ha convertido en parte esencial del Vía Crucis en la ciudad.

Allí, el joven que encarnó a Jesús fue crucificado simbólicamente junto a dos internos del centro penal, una imagen que impactó por su fuerza espiritual y mensaje de redención.

Así concluyó este año el Santo Vía Crucis en Olanchito, en un ambiente de reflexión, solemnidad y devoción. Un acto que trasciende lo escénico para convertirse en un espacio donde el pueblo recuerda, en comunidad, los últimos momentos de Cristo, su entrega y su mensaje de amor y esperanza.
Cada año, esta tradición fortalece el vínculo entre generaciones y mantiene viva una identidad espiritual profundamente arraigada en el corazón del pueblo olanchito.

