La Ceiba, Atlántida. La mañana de este Viernes Santo, la avenida San Isidro de La Ceiba amaneció transformada en un tapiz de fe y arte popular. Como parte de la conmemoración de la Semana Santa, la Iglesia Católica ceibeña retomó una de sus tradiciones más queridas: la elaboración de alfombras de aserrín teñido, que este año volvieron a embellecer el corazón de la ciudad puerto.

Desde la noche de ayer jueves, jóvenes feligreses, muchos de ellos voluntarios, se congregaron para diseñar y crear a mano cada una de las alfombras que marcaron el recorrido del Santo Vía Crucis Viviente.
La iniciativa se extendió desde la Catedral de San Isidro hasta la calle 11, con un total de 15 estaciones representadas, junto a pasajes bíblicos y elementos simbólicos de la ciudad.
Las coloridas figuras —hechas con aserrín finamente teñido— ilustraron escenas de la Pasión de Cristo, flores, cruces y elementos de la identidad ceibeña. Cada alfombra, única en su diseño, fue creada con dedicación, convirtiendo la calle en un sendero sagrado y artístico que fue recorrido más tarde por la procesión de fieles.

El Viacrucis de este año no solo representó un acto de fe, sino también un homenaje al arte efímero que caracteriza las celebraciones católicas en Honduras. A pesar de que estas obras solo permanecen intactas por unas pocas horas, su belleza cautivo a los Ceibeños y visitantes.

“Es una forma de honrar a Jesús y compartir con nuestra ciudad el amor por nuestra tradición”, expresó uno de los jóvenes voluntarios mientras aplicaba con delicadeza el aserrín de colores.
Para muchos, participar en la elaboración de las alfombras es una experiencia espiritual, artística y de profundo significado personal.
La actividad fue acompañada por decenas de ceibeños y turistas, que no dudaron en capturar fotografías y compartir en redes sociales la belleza de las alfombras, reafirmando a La Ceiba como un referente no solo de playa si no también de expresión cultural y religiosa en la región atlántica.
