Olanchito, Yoro. El 18 de abril no es una fecha cualquiera para la comunidad educativa y católica de Olanchito. Ese día, en 1908, nació en Kansas, Missouri (EE.UU.), el Reverendo Padre Guillermo Moore, hombre de fe, sabiduría y visión, cuyo legado aún resuena con fuerza en la ciudad cívica, no solo en las paredes del Instituto que lleva su nombre, sino también en el altar donde reposan sus restos.

Hijo del medio oeste norteamericano, Moore cursó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal. Obtuvo su bachillerato en el Instituto Rockhurst y, posteriormente, una licenciatura en Empresas en la Universidad del mismo nombre. Antes de responder al llamado de su vocación religiosa, ejerció como periodista en un periódico de Kansas, quizás sin saber que, años más tarde, su verdadera historia se escribiría lejos de su tierra, en una ciudad escondida entre montañas y ceibas.
Fue en 1932 cuando decidió cambiar el rumbo de su vida al ingresar al noviciado de la Compañía de Jesús en Florissant, Missouri. Allí estudió filosofía y más tarde, en 1939, inició su formación teológica en Santa María, Kansas. Su ordenación como sacerdote llegó en un momento histórico: el 17 de junio de 1942, cuando el mundo enfrentaba la Segunda Guerra Mundial y la humanidad buscaba líderes espirituales que sembraran esperanza.
Sus primeros pasos como sacerdote lo llevaron a servir en tierras frías de Dakota del Sur, entre los pueblos originarios norteamericanos. Su espíritu misionero lo trasladó luego a Belice y posteriormente a El Progreso, Yoro, hasta que el destino lo condujo a Olanchito, ciudad en la que encontró su verdadera misión: formar a la juventud a través de la educación, la disciplina y la fe.
En 1947, asumió como cura párroco de la Iglesia San Jorge y, con la determinación que lo caracterizaba, emprendió una obra monumental: fundar un instituto educativo que brindara formación de calidad a los hijos e hijas de esta tierra. Así nació, primero, el Instituto Colón, que más tarde llevaría orgullosamente su nombre: Instituto Oficial Guillermo Moore.
Ejerció su apostolado por 27 años, tocando vidas no solo desde el púlpito, sino desde las aulas, los pasillos y cada rincón del colegio que soñó y levantó con su esfuerzo. Su vida fue testimonio de entrega total: un extranjero que se hizo comejamo por decisión y por amor.
El 17 de noviembre de 1969, el Padre Moore partió al encuentro del Señor, dejando tras de sí una huella. Fue sepultado en el lugar más sagrado de su misión: al lado derecho del Altar Mayor de la Iglesia San Jorge, el mismo templo desde el cual predicó y caminó junto a su comunidad durante décadas.
Hoy, su legado continúa vivo en cada generación que egresa del instituto que lleva su nombre. El Padre Guillermo Moore no solo fundó un colegio: fundó una visión, un compromiso con la juventud, una esperanza permanente para Olanchito. Y mientras sus ideales sigan inspirando, su historia jamás será olvidada.