Tegucigalpa, Honduras. – En su homilía de este domingo, el cardenal emérito de Honduras, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, lanzó un enérgico reproche contra aquellos que, según dijo, buscan el poder “a toda costa”, aún a costa de mentir, defraudar y planear el crimen.

El religioso advirtió que la sociedad hondureña enfrenta a diario la “puerta ancha” del mal, representada por las drogas, las mentiras y el dinero fácil, y recordó que el Evangelio llama a tomar el camino difícil pero correcto: la “puerta estrecha” que conduce al Reino de los Cielos.
“El Señor dirá: ‘no sé quiénes son’, si mienten, matan, si quieren el poder a toda costa, aun defraudando, mintiendo y planeando el crimen”, expresó el purpurado en tono firme.
El cardenal Rodríguez recalcó que no basta con ser cristiano por el bautismo, sino que se debe demostrar con acciones diarias en la familia, el trabajo, los estudios y hasta en las redes sociales.
“No puede ser buen cristiano aquel que odia y siembra odio, aquel que divide y siembra división”, puntualizó.
Al mismo tiempo, invitó a los hondureños a dejar de lado la idolatría del poder y volver su mirada a Dios, pidiendo la guía del Espíritu Santo para caminar en la verdad.
Los mensajes del cardenal se enmarcan en un clima de polarización política y social en Honduras, donde el poder ha sido objeto de confrontación constante entre partidos, instituciones y movimientos ciudadanos.
Sus palabras llegan como recordatorio de que la corrupción, la violencia y la ambición desmedida no son simples problemas políticos, sino realidades que impactan la vida espiritual y moral de la nación.
La homilía de Rodríguez estuvo basada en el Evangelio según San Lucas 13, 22-30, que habla de la puerta estrecha:
“Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán… Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal”.
El texto evangélico, reflexionó el cardenal, es un llamado a cada hondureño a examinar su vida y a optar por un camino de justicia, unidad y verdad.
Las palabras del cardenal emérito fue una exhortación espiritual, y una advertencia política y social, al recordar que la ambición de poder, el fraude y la mentira debilitan la convivencia nacional.