El 40 % indeciso: la piñata que nadie sabe cómo romper

Opiniones

En Honduras los partidos políticos parecen no entender una verdad elemental: ningún partido gana elecciones solo con el voto duro de sus bases. Ni el rojo, ni el azul, ni el rojinegro tienen el músculo suficiente para cantar victoria si no conquistan a ese amplio 40 % de ciudadanos indecisos, que no militan, no se emocionan con banderas y mucho menos se desvelan por canciones de campaña hechas con inteligencia artificial.

Ese 40 % es hoy por hoy la piñata electoral. Y mientras los partidos se turnan para darle palazos a ciegas con discursos reciclados, el ciudadano independiente sigue esperando propuestas claras, serias y, sobre todo, realistas.

En las sedes partidarias todavía hay quienes se engañan pensando que con su base es suficiente. Como si la política fuera una fiesta privada a la que siempre llegan los mismos invitados.

Pero la matemática es contundente: sin los independientes, no hay victoria. El voto duro apenas sirve de colchón; la verdadera batalla está en ese electorado que no se vende por regalías, que no se deja impresionar por jingles mal producidos ni por candidatos que creen que la política es un concurso de belleza.

La tragedia es que entre los aspirantes a diputados abundan los que bien podrían llamarse “mujajas”. Llegan a los mítines con la sonrisa ensayada, saludan con palmadas en la espalda y hablan de “cambiar al país”, pero ni ellos mismos saben cambiar un foco en su casa.

El país necesita legisladores con propuestas de nación, no improvisados que solo repiten eslóganes o memorizan frases que alguien les escribió en un papel.

La nueva moda de las campañas es acompañar la falta de ideas con cancioncitas fabricadas por inteligencia artificial. Un insulto doble: primero porque se cree que el ciudadano es incapaz de notar la vaciedad del mensaje, y segundo porque se asume que la gente todavía se entusiasma con jingles que suenan más a comercial de refresco que a propuesta política.

Ese 40 % que está en el limbo electoral no se deja conquistar por esas baratijas. La confianza, recordemos, no se gana con regalías ni descalificaciones, sino con propuestas claras de país.

Liberales, Libre y Nacionalistas tienen la responsabilidad de capacitar a sus candidatos. Ya no basta con que sean “bonitos”, que hereden apellidos o que tengan dinero para llenar plazas. Hoy se requieren planes concretos, con metas verificables y soluciones reales.

De lo contrario, ese 40 % indeciso podría convertirse en el voto de castigo que defina las próximas elecciones. Porque, aunque algunos aún no lo entienden, la paciencia del pueblo no es infinita, y el humor político del hondureño suele ser más impredecible que el clima.

El 40 % de indecisos es el verdadero árbitro de la democracia hondureña. El partido que se atreva a hablarle con seriedad, con propuestas tangibles y sin circo, será el que conquiste el poder.

Los demás seguirán cantando cancioncitas y repartiendo camisetas, como si la política fuera una feria patronal y no el destino de un país entero.

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