Olanchito, Yoro. – La Semana Cívica de Olanchito, hoy reconocida como patrimonio cultural e histórico de Honduras, tuvo su origen en el año de 1935, gracias a la visión del profesor Francisco Murillo Soto, quien propuso al entonces jefe del distrito local, Francisco G. Ramírez, organizar un proyecto cívico que involucrara a todo el gremio magisterial de la ciudad.

A la convocatoria se sumaron docentes de las dos escuelas que existían en Olanchito en ese momento: la Escuela de Varones Modesto Chacón y la Escuela de Niñas José Cecilio del Valle.
Por la Modesto Chacón participaron los profesores Francisco Murillo Soto, Florencio Puerto, Antonio S. Soto, Ramón Durán Hernández, Donaciano Reyes Posas y Rubén Garay.
Por la José Cecilio del Valle, las profesoras Haydee Romero Narváez, Donatila Soto Mendoza, Ana P. Valderramos, Aurora J. Moya, Leonor Alvarado Puerto de Sánchez y Elías Escobar.
Estos nombres marcaron el punto de partida de una celebración que con el tiempo convertiría a Olanchito en la llamada Ciudad Cívica de Honduras.
Según consta en la bitácora manuscrita de Murillo Soto, el 25 de mayo de 1935 los maestros se reunieron en la Escuela de Niñas para estrechar lazos y acordar actividades.
Entre las resoluciones, se decidió organizar visitas cívicas a las aldeas con escuelas activas, a fin de conversar con las comunidades sobre educación y civismo.
El 15 de julio de 1935, a las 4:30 p.m., se efectuó otra reunión clave: allí se definió la realización de una velada cívica para las fiestas patrias, mientras se anunciaba la visita de un grupo de maestros de Sonaguera. Semanas después, el 19 de julio, la preparación de los alumnos para la “revista cívica” ya estaba en marcha.
El 11 de agosto, el profesorado se reunió para seleccionar a siete exalcaldes que serían homenajeados por su apoyo a la educación, entre ellos Norberto Quesada Sosa, Purificación Zelaya, Esteban Sosa y Salomón Sosa.
La primera Semana Cívica (8 al 15 de septiembre de 1935)
El ensayo general se realizó el 7 de septiembre. Finalmente, el 8 de septiembre se inauguró la primera Semana Cívica frente a la residencia de Doña Dolores Soto Posas viuda de Quesada. El acto fue presidido por el jefe distrital Francisco G. Ramírez, acompañado de alumnos, maestros y vecinos.

Durante los días siguientes, cada jornada estuvo dedicada a rendir homenaje a figuras locales y exalcaldes que habían apoyado la educación:
• 9 de septiembre: homenaje al general Purificación Zelaya.
• 10 de septiembre: homenaje a Esteban Sosa, con ceremonia en casa de su viuda, Filomena Núñez.
• 11 de septiembre: reconocimiento a Terencio Reyes Rosales.
• 12 de septiembre: homenaje a Nemesio S. Agurcia.
• 13 de septiembre: tributo a José María Soto.
• 14 de septiembre: cierre de actos con el reconocimiento a Salomón Sosa.
En cada actividad, alumnos declamaban poesías, se entonaban cantos patrios y los docentes pronunciaban discursos enalteciendo a los homenajeados. Las familias, en agradecimiento, ofrecían refrigerios a los asistentes.
El 15 de septiembre, día de la independencia, se llevó a cabo una sesión solemne con recitaciones patrióticas y una presentación militar estudiantil, que fue descrita como un “cuadro imponente” para los vecinos.

La bitácora de Murillo Soto refleja no solo los actos oficiales, sino el entusiasmo con que la población se volcó a la iniciativa. El 14 de septiembre, por la noche, se celebró una velada cultural frente al cabildo municipal, donde el pueblo abarrotó la plaza y aplaudió cada número artístico.
La Semana Cívica de 1935 concluyó formalmente el 17 de septiembre, fecha dedicada al maestro, con felicitaciones del alcalde y un banquete ofrecido por el diputado Mauricio Ramírez al profesorado, reconociendo en ellos “la esperanza de la redención nacional”.
El ciclo culminó con un acto el 28 de septiembre, al conmemorarse la llegada de los pliegos de la independencia.
En sus primeras ediciones, los días fueron dedicados a temáticas como la leche, el maíz, el niño sano, el camino, las artes y el padre con más hijos matriculados.
Con el paso de los años, estas jornadas evolucionaron, integrando celebraciones al agricultor y ganadero, al medio ambiente, al deporte, al pueblo y a la paz.
Hoy, al cumplirse 90 años de aquella primera Semana Cívica, la tradición permanece como el mayor símbolo de identidad de Olanchito, ejemplo de cómo la unión entre maestros, estudiantes y ciudadanía dio vida a una de las celebraciones cívicas más emblemáticas de Honduras.
