“Santiago volvió a caminar”: una noche de fe y milagros que conmovió a Olanchito

Locales

Olanchito, Yoro – Yo estaba allí. Entre miles de rostros levantando sus manos, orando, llorando, agradeciendo. La brisa cálida de la noche olanchitense se mezclaba con las voces que cantaban “Dios de milagros”. Y entonces la multitud se abrió paso, dejando ver a una mujer con su niño en brazos. Era la madre de Santiago.

“Santiago nació así — dijo entre lágrimas— con sus pies para adentro. A medida que crecía, más se le cruzaban sus piecitos. Hoy ya tiene un año, caminaba con dificultad… pero de pronto, todo está bien”.

Sus palabras se quebraban, pero su rostro brillaba. Entre lagrimas mostró al pequeño Santiago, que ahora daba pasos firmes, con sus pies completamente derechos. “Desde que nació fue un niño milagro —añadió— los médicos no me daban esperanza. El pastor Donaldo sabe muy bien la historia de mi bebé”.

La gente alrededor comenzó a aplaudir, algunos lloraban, otros grababan con sus teléfonos lo que parecía imposible. En ese instante, no había duda ni escepticismo, solo asombro y fe.

La cruzada de sanidad y milagros convocada por la Confraternidad de Pastores de Olanchito reunió a más de 20 mil personas en las canchas gemelas de la colonia El Triángulo, en una noche que marcó a toda la ciudad.

El evangelista Alfredo Muñoz, invitado especial desde el extranjero, inició la jornada a las seis de la tarde con un mensaje de esperanza:

“Dios no necesita grandes escenarios, necesita corazones dispuestos”, dijo ante una multitud que no dejaba de cantar y orar.

Durante la noche, decenas de personas testificaron haber experimentado sanidades: dolores que desaparecieron, piernas que volvían a moverse, hombres y mujeres que se levantaban de sus sillas para caminar, saltar y llorar de emoción.

Uno a uno subían al escenario a contar su historia. Cada testimonio fue recibido con aplausos y lágrimas. Santiago y su madre se convirtieron en el símbolo de lo que muchos describieron como “la noche en que Olanchito sintió la mano de Dios”.

En medio de la jornada, el alcalde de la ciudad, Juan Carlos Molina, subió al escenario para entregar al evangelista las llaves de Olanchito, como un reconocimiento a su mensaje de fe y esperanza.

Horas antes, ambos habían compartido un desayuno en el que conversaron —según contó el propio edil— “sobre el propósito de Dios para nuestra ciudad y el poder transformador de la fe”.

A eso de las 11 de la noche, la multitud seguía en pie. El evento cerró con sorteos, regalos y cantos, pero sobre todo, con una emoción colectiva que pocos podrán olvidar.
Las luces se apagaron lentamente, y en el aire quedó una sensación de consuelo, como si la ciudad entera hubiera respirado aliviada por una noche.

Caminé entre la gente que se despedía abrazada, algunos llorando en silencio, otros riendo. La madre de Santiago se marchaba también, con su hijo dormido entre los brazos, sus pies ahora rectos, sus pasos firmes.

“Dios lo hizo”, dijo al final, antes de perderse entre la multitud.

Y sí, este sábado, Olanchito creyó otra vez en los milagros.