Nicaragua impulsa nueva política industrial con apoyo chino en medio de tensiones con Estados Unidos

Internacionales

Managua. — El Gobierno de Nicaragua ha lanzado una ambiciosa política industrial que busca posicionar al país como un nuevo polo económico regional, apoyado en la cooperación con China. El plan, anunciado oficialmente por el Ejecutivo, contempla la creación de zonas industriales especiales orientadas a la exportación y a la atracción de capital extranjero.

Sin embargo, el proyecto —considerado por analistas como el más grande desde la instauración del régimen de zonas francas— ha generado tensión internacional. Estados Unidos, principal socio comercial de Managua, estudia imponer aranceles del 100% a los productos nicaragüenses y suspender acuerdos comerciales en represalia por la falta de libertades políticas y el deterioro de los derechos humanos en el país.

La nueva política industrial estará liderada por Laureano Ortega Murillo, hijo de la pareja presidencial Daniel Ortega y Rosario Murillo, lo que ha provocado críticas por concentración de poder y falta de transparencia.

Organizaciones civiles y economistas advierten que las zonas industriales podrían convertirse en espacios de control discrecional, sin mecanismos claros de fiscalización estatal ni rendición de cuentas.

“Este modelo reproduce la estructura de privilegios del régimen y no necesariamente impulsa la productividad nacional”, señaló un economista consultado por El Comejamo Digital.

El Gobierno nicaragüense defiende el proyecto como una apuesta por la reactivación económica, la generación de empleo y la diversificación productiva en un contexto internacional adverso.

Según la versión oficial, las zonas industriales atraerán inversión extranjera, impulsarán las exportaciones y consolidarán una red de cooperación con empresas chinas en sectores como manufactura, energía y tecnología.

No obstante, la oposición política y gremios empresariales expresan preocupación de que los beneficios se concentren en grupos cercanos al poder, sin impacto real en la economía local ni en el bienestar de la población.

Con esta iniciativa, Nicaragua se consolida como uno de los principales aliados de China en América Latina, un alineamiento que se profundiza desde la ruptura con Taiwán en 2021 y el ingreso al marco de la Franja y la Ruta de la Seda.

Para Pekín, la política industrial nicaragüense representa una oportunidad estratégica para expandir su influencia económica y logística en el istmo centroamericano.

El éxito de la nueva política industrial dependerá de que los incentivos e inversiones se traduzcan en desarrollo real y no en dependencia del capital extranjero, advierten los expertos.

La falta de transparencia en la gestión pública y el débil sistema judicial son vistos como los principales obstáculos para garantizar un clima de confianza a los inversionistas.

“Sin controles institucionales, la inversión puede fortalecer al régimen más que a la economía”, apuntó un analista regional.
Mientras tanto, la tensión diplomática con Estados Unidos amenaza con profundizar el aislamiento económico de Managua, que busca en China y otros aliados políticos una vía alternativa para sostener su modelo de desarrollo.