La CA-13, una carretera al límite, espera respuesta del próximo Gobierno

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Entre La Ceiba y Trujillo, Colón.— Transitar por la carretera CA-13 se ha convertido en una experiencia tan cotidiana como peligrosa. De día, los enormes baches obligan a zigzaguear entre carriles improvisados; de noche, la oscuridad, los cortes de vía y las alcantarillas colapsadas convierten cada kilómetro en una amenaza latente.

Son 160 kilómetros de una de las arterias más importantes del litoral atlántico hondureño que hoy reflejan abandono, desgaste y riesgo permanente para conductores, pasajeros y peatones.

La crítica situación de la CA-13 coloca al próximo Gobierno central, que encabezará Nasry Asfura a partir del 27 de enero, frente a un compromiso urgente que, según empresarios, transportistas y pobladores, ya no admite más espera.

Durante los últimos cuatro años, esta carretera estratégica —clave para el turismo, el comercio y la movilidad regional— no recibió una reparación integral ni un mantenimiento, pese a su alto tránsito diario.

A lo largo del tramo entre La Ceiba y Trujillo se observan cortes de calle, baches de gran tamaño, alcantarillas colapsadas y puentes deteriorados, fallas que se agravan durante la noche y aumentan el riesgo de accidentes graves.

Conductores de transporte pesado y liviano coinciden en que las condiciones actuales pueden desencadenar una tragedia en cualquier momento.

En un foro televisivo previo a la declaratoria oficial de su triunfo, Asfura reconoció el deterioro de la vía y aseguró que su administración ya analiza intervenciones de bacheo antes de Semana Santa, con el objetivo de facilitar el flujo turístico hacia el Caribe hondureño.

No obstante, sectores locales insisten en que la magnitud del daño exige soluciones más profundas que reparaciones temporales.

Durante la administración saliente, denuncian los pobladores, se anunciaron en repetidas ocasiones trabajos de bacheo que quedaron inconclusos. Empresas contratadas iniciaban labores y luego se retiraban, dejando tramos intervenidos a medias y sin una solución duradera, lo que alimentó el descontento y la desconfianza ciudadana.

A ello se suma que el Gobierno de España anunció desde hace meses la disponibilidad de fondos, mediante un préstamo, para reconstruir completamente la CA-13. Sin embargo, el proyecto nunca fue priorizado ni ejecutado por el gobierno de Libre, lo que dejó en suspenso una obra considerada vital para el desarrollo del norte del país.

Con el cambio de administración a la vuelta de la esquina, la CA-13 se ha convertido en un símbolo de las deudas pendientes del Estado con el litoral atlántico. Para miles de usuarios, la pregunta ya no es si la carretera será reparada, sino cuándo y con qué nivel de compromiso, antes de que el deterioro cobre un costo humano irreparable.