La Ceiba, conocida por sus soleadas playas y su vibrante vida costera, se ve envuelta hoy en un manto de lluvia implacable que ha transformado sus calles en ríos caudalosos y sus playas en desiertos vacíos. Desde tempranas horas del día, las lluvias en el litoral Atlántico caen sin cesar.
Los turistas que esperaban disfrutar del sol y la brisa marina se encuentran desalentados por la intensidad del aguacero, que ha obligado a muchos a refugiarse en sus alojamientos. Aquellos valientes que se aventuran a salir son recibidos por calles convertidas en torrentes de agua, desafiantes de cruzar.
Las playas, normalmente repletas de bañistas y vendedores ambulantes, yacen desiertas y melancólicas, sus arenas empapadas testigos mudos de la ausencia de la vida que caracteriza esta temporada vacacional. Es un paisaje surrealista, donde el murmullo de las olas se mezcla con el rugido de la lluvia, creando una sinfonía melancólica que solo los más audaces se atreven a enfrentar.
Las autoridades locales han advertido a los turistas a permanecer resguardados en sus alojamientos, especialmente aquellos que no están familiarizados con las calles de “La novia de Honduras”.
Se espera que el frente frío que azota la región finalmente se disipe mañana, anunciando el regreso de las altas temperaturas y los cielos despejados.