Yoro, Yoro – Anoche, bajo un cielo cubierto de nubes negras y ominosas, los habitantes de Centro Poblado en Yoro se preparaban para una tormenta que, según su experiencia, traería algo más que solo agua. Las gotas de lluvia, que golpeaban el suelo con fuerza, venían acompañadas de una bendición largamente esperada: peces.
La lluvia de peces, un fenómeno que ha marcado la historia de Yoro, se presentó de nuevo tras una gran tormenta con fuertes lluvias y vientos huracanados. Los pobladores amanecieron recogiendo los peces plateados y bagres esparcidos por el suelo, una actividad que evoca tanto asombro como agradecimiento.
Esta tradición, interrumpida solo el año pasado, regresó con fuerza, llenando de esperanza a la comunidad. En este lugar, conocido mundialmente por este fenómeno, el día comenzó con el bullicio y la emoción de quienes veían sus expectativas cumplidas. El fenómeno, que ha ocurrido durante años, reafirma el vínculo entre la naturaleza y la fe de los habitantes de Yoro.
Los residentes atribuyen la famosa “lluvia de peces” a la intercesión del sacerdote Manuel de Jesús Subirana, un misionero español que, según la leyenda, pidió a Dios que a las personas de Yoro nunca les faltara alimento. Para muchos, cada pez caído es un testimonio de esa bendición divina.
Sin embargo, la ciencia también ofrece una explicación para este fenómeno extraordinario. Los pequeños tornados, conocidos como trombas marinas, aspiran los peces desde ríos o el mar y los transportan hasta las nubes tormentosas. Posteriormente, los peces caen con la lluvia, a veces congelados, pero en su mayoría vivos y listos para ser recolectados y utilizados como alimento.
Este fenómeno no es exclusivo de Honduras. Eventos similares se han registrado en otras partes del mundo, como Sri Lanka, Tailandia y Argentina, donde se han presenciado lluvias de peces, arañas e incluso ranas. Sin embargo, la “lluvia de peces” de Yoro tiene un lugar especial en el corazón de sus habitantes, quienes cada año esperan con ansias la llegada de esta señal celestial.
La lluvia de anoche no solo trajo agua, sino también un recordatorio de las historias y tradiciones que definen a Yoro. En un rincón del mundo donde los milagros parecen formar parte del paisaje cotidiano, los peces que cayeron del cielo fueron una vez más un símbolo de esperanza y fe para una comunidad que celebra con gratitud cada bendición que recibe.