Olanchito, Yoro — Lo que fue anunciado con fotografías en redes y discursos cargados, terminó convirtiéndose en motivo de indignación ciudadana. El tan esperado bacheo de la carretera entre Olanchito y Sabá, promovido por el Gobierno de la República tras cuatro años sin mantenimiento, no logró resolver los daños más críticos del tramo vial, según constataciones de pobladores y conductores que transitan diariamente la ruta.

La intervención, presentada hace pocas semanas como una respuesta a las recurrentes quejas por el estado deplorable de la carretera, fue recibida con expectativa por parte de las comunidades.
Sin embargo, las zonas más afectadas —aquellas donde los enormes baches han provocado múltiples accidentes de tránsito— permanecen prácticamente igual, con tramos donde el deterioro continúa representando un riesgo para los vehículos y sus ocupantes.
En Olanchito, la percepción predominante es que la obra llegó en un momento políticamente conveniente, a pocos días de las elecciones generales. “Nos dieron atol con el dedo, pero les salió guaya”, comentó un vecino, haciendo eco de una expresión que se ha viralizado en redes sociales, en referencia a que los trabajos realizados no cumplieron con lo prometido ni atendieron los puntos realmente críticos.
La principal molestia radica en la ejecución del proyecto. Vecinos y líderes locales señalan que las empresas adjudicadas por el gobierno han abandonado obras similares en otros sectores de la región, dejando tramos inconclusos y trabajos superficiales que no resisten ni el primer aguacero.

La situación, afirman, ya se ha repetido en lo que va del actual gobierno, generando dudas sobre los procesos de contratación y supervisión.
El propio diputado oficialista Felipe Ponce, del partido Libre, reconoció en declaraciones recientes que no es responsabilidad suya si las empresas contratadas “no tienen liquidez” para completar las obras mientras esperan los desembolsos del gobierno central. Sus palabras no lograron calmar el malestar ciudadano; por el contrario, avivaron la percepción de improvisación y falta de planificación.
Para la población, el estado actual de la carretera representa más que un simple tropiezo administrativo: lo interpretan como una burla y una falta de respeto a las comunidades afectadas.


