Cambios de Nombre en Centros Universitarios: ¿Estrategia de Modernización o Confusión Innecesaria?

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Litoral atlántico – En el transcurso de los últimos años, los nombres de los centros universitarios en Honduras han sido objeto de múltiples cambios, dejando a muchos preguntándose sobre la lógica detrás de estas decisiones. El Centro Universitario Regional del Valle del Aguán, conocido inicialmente como CURVA, fue renombrado primero como UNAH-TEC AGUÁN, y ahora ha adoptado el título de Universidad Nacional Autónoma de Honduras campus Yoro. De manera similar, en La Ceiba, el reconocido CURLA ha sido rebautizado como Universidad Nacional Autónoma de Honduras campus Atlántida.

Estos cambios, aunque presentados como parte de una estrategia de modernización y alineación institucional, han generado más preguntas que respuestas. ¿Qué motiva a las autoridades de la educación superior a reinventar los nombres de los centros universitarios? ¿Es realmente necesario o simplemente crea confusión entre estudiantes, egresados y la comunidad en general?

Por un lado, se podría argumentar que estos cambios forman parte de un esfuerzo por centralizar la identidad de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), buscando una mayor cohesión entre sus distintos campus. Al unificar los nombres bajo una sola denominación, las autoridades podrían estar intentando reforzar la marca institucional, facilitando el reconocimiento nacional e internacional de la universidad.

Sin embargo, la constante modificación de nombres también podría ser vista como un síntoma de una estrategia de comunicación poco clara, que en lugar de fortalecer la identidad de los centros, podría estar diluyendo sus trayectorias y legados históricos. Por ejemplo, CURVA y CURLA no solo eran acrónimos, sino que representaban décadas de historia y esfuerzo en Olanchito y La Ceiba. Al cambiar estos nombres, se corre el riesgo de aislar a estas ciudades que se identificaban con estas siglas.

Además, el proceso de adaptación a estos nuevos nombres no es inmediato ni sencillo. Implica costos asociados a la actualización de materiales promocionales, señalización, y documentación oficial, sin mencionar la posible confusión entre los futuros estudiantes y empleados que reconocen más fácilmente las siglas históricas que los nuevos nombres genéricos.

En un país donde los recursos educativos son limitados y la accesibilidad sigue siendo un desafío, la priorización de estos cambios de nombre puede parecer, para algunos, un esfuerzo superficial que distrae de los verdaderos problemas que enfrenta la educación superior en Honduras. La mejora de la calidad educativa, la infraestructura, y el acceso para estudiantes de bajos recursos, podrían ser áreas que necesitan más atención que una simple renombración de campus.

En última instancia, la pregunta que surge es: ¿están estos cambios realmente beneficiando a la comunidad académica y al país en su conjunto, o son simplemente una maniobra de rebranding que no logra abordar las necesidades fundamentales del sistema educativo? Las autoridades de la UNAH, al tomar decisiones de este tipo, deben considerar no solo la modernización institucional, sino también el impacto que estos cambios tienen en la identidad, la historia, y la percepción pública de sus centros universitarios.