Tegucigalpa, Honduras — En un contexto geopolítico cada vez más polarizado, Honduras acapara la atención internacional al convertirse este miércoles en sede de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Un encuentro que, más allá de los discursos diplomáticos, deja en evidencia un reacomodo de fuerzas políticas en la región, marcado por el predominio de líderes progresistas y de izquierda, y una clara ausencia de mandatarios conservadores o de derecha.
La presidenta Xiomara Castro, anfitriona del evento, logró reunir a una decena de presidentes y jefes de Estado afines ideológicamente, entre ellos Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia), Claudia Sheinbaum (México), Luis Arce (Bolivia), Bernardo Arévalo (Guatemala), Yamandú Orsi (Uruguay) y Miguel Díaz-Canel (Cuba), entre otros.
Un bloque que, aunque diverso en matices, comparte un enfoque común hacia la integración regional, la justicia social y el multilateralismo.

Pero también quedó clara la fractura del continente. De los 33 líderes convocados, solo los gobiernos de izquierda acudieron al llamado. Países como Argentina (Javier Milei), El Salvador (Nayib Bukele), Panamá, Paraguay y República Dominicana no participaron, evidenciando el creciente distanciamiento ideológico en el hemisferio.
China: el invitado silencioso que más gana
Uno de los factores clave de esta cumbre es la participación activa de la delegación china, que ha organizado reuniones bilaterales con más de 15 países latinoamericanos y caribeños, entre ellos Brasil, México, Colombia, Costa Rica, Cuba, Uruguay, Panamá y Venezuela.
En un momento en que la guerra comercial entre China y Estados Unidos se intensifica bajo la administración de Donald Trump, el gigante asiático aprovecha el vacío diplomático de Washington para estrechar lazos con la región.

Esta jugada no es nueva, pero sí cada vez más estratégica: mientras EE. UU. aplica nuevos aranceles y medidas restrictivas, China ofrece inversión, cooperación y acceso a su vasto mercado, una fórmula tentadora para países que buscan diversificar sus relaciones exteriores.
Honduras: ¿escenario o protagonista?
Para Honduras, este evento marca un hito. No solo por la logística y la imagen internacional que proyecta, sino porque posiciona al país como interlocutor válido dentro de una agenda regional progresista, aunque no sin críticas internas y externas.
Algunos sectores cuestionan la exclusividad ideológica del encuentro, al haber congregado únicamente a líderes de izquierda y dejar fuera voces importantes del espectro político latinoamericano, lo que resta pluralidad al espíritu de CELAC.
También surgen interrogantes sobre los beneficios concretos que esta cumbre traerá al pueblo hondureño, más allá de la foto política.
Oportunidad estratégica
Sin embargo, la coyuntura no debe subestimarse. La presencia de China y de potencias regionales como Brasil y México podría ser una plataforma para que Honduras impulse acuerdos bilaterales, cooperación tecnológica, inversión en infraestructura y energía, e incluso posicionarse como un actor clave en temas como seguridad alimentaria, migración y cambio climático.
En un continente que busca definirse frente a las presiones de las grandes potencias, la CELAC en Tegucigalpa puede marcar el inicio de una nueva etapa para Honduras: una nación que, si juega bien sus cartas, podría pasar de ser solo el país anfitrión a convertirse en mediador, articulador y puente entre agendas regionales y globales.
Porque en política internacional, como en el ajedrez, no siempre gana el que más piezas mueve, sino el que mejor posiciona las que tiene.
