La candidata presidencial de LIBRE Rixi Moncada afirmó este miércoles que “en las últimas 24 horas no se registró ningún homicidio en Honduras”, y agregó con énfasis que “San Pedro Sula, que estuvo entre las ciudades más violentas del mundo, ya no figura en esa lista”. Pero ¿qué tan sólida es esta afirmación y qué contexto debemos tener en cuenta?

Es cierto que, según el Observatorio de la Violencia de la UNAH y reportes de la Policía Nacional, hay días en el año donde los homicidios se reducen drásticamente, incluso a cero en el registro oficial.
No obstante, estos son eventos aislados dentro de una tendencia general de violencia sostenida, sobre todo en departamentos como Cortés, Yoro, Colón, Olancho y Francisco Morazán, que concentran el mayor número de asesinatos.
Solo en lo que va de 2025, los datos preliminares apuntan a más de 1,500 homicidios a nivel nacional, lo que sugiere que Honduras aún registra un promedio superior a 5 muertes violentas por día.
En comparación, en el año 2022 se contabilizaron más de 3,800 asesinatos, y aunque la tendencia ha bajado ligeramente, el país continúa entre los más violentos de América Latina.
Moncada también aseguró que San Pedro Sula ya no aparece entre las ciudades más violentas del mundo. Esto es parcialmente cierto. La ciudad, que llegó a ocupar el primer lugar global entre 2011 y 2014, ha salido del top 10 en informes recientes del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de México. Sin embargo, aún figura dentro del top 25, lo cual indica una mejora, pero no necesariamente un logro de pacificación consolidado.
San Pedro Sula sigue siendo escenario de extorsiones, asesinatos selectivos, ajustes de cuentas y violencia territorial entre estructuras criminales, como maras, pandillas y narcotráfico, aunque con menor intensidad que hace una década.
El gobierno de Xiomara Castro ha enfatizado en sus discursos que hay un plan de seguridad en marcha, con presencia militar, capturas de cabecillas y reducción de delitos.
Sin embargo, analistas advierten que estos “logros” son más propagandísticos que estructurales, y que la reducción de homicidios no implica necesariamente una disminución del crimen organizado, de las desapariciones, ni de los delitos invisibles como la trata, el lavado de activos o el narcomenudeo.
Además, en las últimas semanas se han registrado hechos de violencia masiva en Colón, Yoro, Atlántida y La Paz, incluyendo fosas comunes, cuerpos desmembrados, asesinatos múltiples, y el hallazgo de laboratorios de cocaína en zonas rurales.
Aunque es alentador que haya días sin homicidios y que ciudades como San Pedro Sula hayan mejorado su posición en los rankings internacionales, es importante no caer en el triunfalismo político. Honduras sigue siendo un país con altos niveles de violencia estructural, impunidad, y poca confianza en las instituciones de seguridad y justicia.
Más que celebrar un dato aislado, el gobierno debería enfocarse en presentar políticas públicas integrales, programas de prevención, fortalecimiento de la justicia, y especialmente, resultados verificables y sostenidos en el tiempo.