Los Carrioles, Sonaguera – La tranquila comunidad de Los Carrioles, en Sonaguera, Colón, se ha convertido en un escenario de devastación ambiental. En el Cerro Calera, uno de los pulmones verdes de la zona, el sonido ensordecedor de las motosierras ha sustituido al canto de los pájaros. El descombro de gran magnitud que allí se lleva a cabo ha dejado a los pobladores en un estado de desesperación y denuncia.
Desde hace semanas, los habitantes de Los Carrioles han sido testigos impotentes de cómo el bosque del Cerro Calera está siendo talado sin piedad. Árboles centenarios, que habían resistido el paso del tiempo y brindado sombra y aire puro a la comunidad, caen uno tras otro bajo el filo de las motosierras. La magnitud del descombro es alarmante, y la falta de intervención de las autoridades solo añade a la frustración de los vecinos.
“Nos duele en el alma ver cómo destruyen nuestro cerro y nadie hace nada para detenerlo”, lamenta don Jacinto Mejía, un anciano que ha vivido toda su vida en Los Carrioles. “Nos preguntamos, ¿dónde está el ICF? ¿Dónde está la Unidad Municipal Ambiental (UMA)? Parece que a nadie le importa lo que está pasando aquí”.
Las autoridades municipales y el Instituto de Conservación Forestal (ICF) brillan por su ausencia, a pesar de las múltiples denuncias interpuestas por los habitantes de la comunidad. “Hemos hecho llamados, hemos enviado cartas, pero nadie viene. Solo se escucha el ruido constante de las motosierras, talando todo a su paso”, comenta María Rodríguez, líder comunitaria que ha encabezado las gestiones para intentar detener la tala.
La comunidad de Los Carrioles ha visto con tristeza cómo su entorno natural se degrada rápidamente. El Cerro Calera, que antes era un símbolo de vida y resistencia, ahora parece un campo de batalla donde los árboles pierden ante el avance implacable de la deforestación. “No solo es un tema ambiental, es también un tema de nuestra identidad y nuestro futuro. ¿Qué vamos a dejarles a nuestros hijos?”, se pregunta angustiada doña Carmen López, otra residente afectada.
El llamado desesperado de los pobladores es claro: necesitan la intervención urgente de las autoridades para detener la tala indiscriminada y proteger lo que queda del Cerro Calera. “Estamos dispuestos a defender nuestro bosque con lo que tengamos, pero necesitamos el apoyo del ICF y de la UMA”, insiste María Rodríguez.
La situación en Los Carrioles es un reflejo de la lucha por la conservación en muchas comunidades rurales de Honduras. La falta de acción de las autoridades y la impunidad con la que actúan los taladores ilegales son problemas recurrentes que ponen en riesgo los recursos naturales del país. La comunidad de Los Carrioles espera que su voz sea escuchada y que las autoridades tomen medidas antes de que sea demasiado tarde para el Cerro Calera.