“¡Arigato y hasta nunca!”: Diplomático de LIBRE protagoniza telenovela etílica en Corea y termina destituido
Dicen que lo que se lleva en la sangre no lo borra ni el protocolo diplomático, ni el kimchi. Y así lo confirmó el flamante segundo de la Embajada de Honduras en Corea del Sur, quien decidió que era buena idea exportar no solo relaciones bilaterales, sino también las mañas aprendidas en las filas de los colectivos de LIBRE… con tragos incluidos.
El escenario del bochorno: la futurista ciudad de Busan. El protagonista: un funcionario del gobierno de Xiomara Castro. El guión: una mezcla de tequila con telenovela y final en destitución.
Según informó —con la cara de “otra vez no, por favor”— el vicecanciller Antonio García, el diplomático hondureño fue temporalmente detenido por las autoridades coreanas luego de acosar y asaltar a un pasajero en el metro.
Sí, leyó bien: acosar y asaltar. Nada de perderse en la estación equivocada o no saber pronunciar “annyeonghaseyo”. No. Aquí hablamos de acción, deshonra y resaca diplomática.

La escena, según trascendidos, fue digna de un episodio de “El Patrón del Metro”: entre empujones, aliento etílico y modales de cantina de barrio, el representante de Honduras mostró su yo interior… ese que no pasa por aduana ni responde a formación diplomática, sino a escuela de colectivo con sede en Tegucigalpa.
Al parecer, tras el episodio, el funcionario quiso evadir responsabilidades amparándose en su inmunidad diplomática, pero la Cancillería hondureña decidió cortar por lo sano: Javier Bu Soto firmó su destitución inmediata, aunque con la sospechosa lentitud con la que se tratan los “incidentes de camaradas”.
Corea del Sur conoció la otra cara de la refundación
El gobierno de Honduras, como buen malabarista, publicó un comunicado diciendo que “mantiene una postura de cooperación transparente con las autoridades coreanas”… lo cual suena elegante, pero no borra el hecho de que en pleno 2025, los diplomáticos hondureños parecen seguir confundiendo embajada con bar karaoke.
Lo insólito —o ya no tanto— es que no es la primera vez que un funcionario de este gobierno tropieza con el licor mientras porta credenciales diplomáticas. Pero eso sí, cada nuevo escándalo trae una nueva ubicación en el mapa y un nuevo bochorno internacional.
Hoy fue Busan; mañana, quién sabe, quizás Tokio, Berlín o el rapidísimo a la Kennedy de Tegucigalpa.
¿Formación diplomática o entrenamiento de colectivos?
La pregunta que flota en el aire (y en la embajada) es: ¿estos funcionarios son enviados al extranjero con conocimientos en política exterior o con un curso acelerado de “colectivismo avanzado y supervivencia en estado etílico”? Porque ya es tendencia: donde hay trago, hay tropiezo diplomático. Y si el protagonista es de LIBRE, peor.
La tragedia no está en el chisme internacional, sino en la imagen de país. Porque mientras los diplomáticos de otras naciones tejen alianzas estratégicas, los nuestros están en modo “turismo bochornoso”, dejando claro que la única política exterior que dominan es la del escándalo interior.
“Volveré”, dijo… y el país contuvo la respiración
Según el vicecanciller, el ahora exfuncionario “está por regresar al país”. La pregunta es: ¿a rendir cuentas o a ocupar otro cargo con nuevo uniforme y menos cámaras? Porque en este gobierno, destituido no siempre significa despedido; a veces es solo una pausa para reacomodar el puesto.
Y así, con un nuevo escándalo bajo el brazo, Honduras suma otra raya al tigre y Corea del Sur se lleva una anécdota que difícilmente olvidará. Solo esperamos que la próxima vez que un diplomático catracho diga “me voy de misión”, se refiera a una misión de Estado… y no al karaoke más cercano.