El 13 de agosto de 2024 será recordado como un día de profunda tristeza para el fútbol hondureño y, en particular, para los corazones ceibeños. El Club Deportivo y Social Vida, uno de los equipos fundadores de la Liga Nacional y símbolo de orgullo para La Ceiba, ha decidido cerrar sus puertas y poner fin a una historia que comenzó el 14 de octubre de 1940.
Durante más de ocho décadas, el Vida no solo fue un equipo de fútbol; fue una fuente de alegrías, tristezas, y emociones para sus seguidores. Fue un reflejo de la identidad ceibeña, una pasión compartida generación tras generación. Desde sus primeras glorias, hasta sus más recientes desafíos.
La decisión de la directiva de retirarse de toda competición oficial y concluir su vínculo con la Federación de Fútbol de Honduras (FFH) marca el fin de una era. “Ante la constante persecución y acorralamiento que se ha recibido en los últimos años, la junta directiva decide tomar la difícil decisión de retirarnos de toda competición oficial y concluir nuestra participación con la Federación de Fútbol de Honduras”, anunciaron en un comunicado, dejando a la afición sumida en la nostalgia y la tristeza.
Los últimos años no fueron fáciles para el Vida. Bloqueado por la FIFA debido a varias demandas por falta de pagos de salario, el club se vio impedido de inscribir jugadores y participar en la Liga de Ascenso. La imposibilidad de asegurar su participación en el torneo Apertura fue la gota que colmó el vaso.
Pero, aunque el presente sea sombrío, es imposible no recordar los años dorados del club. El Vida fue campeón de la Liga Nacional en dos ocasiones, en 1981 bajo la dirección de Roberto González Ortega y en 1983 de la mano de Gonzalo Zelaya. Estos títulos fueron más que trofeos; fueron momentos de éxtasis, celebraciones que unieron a toda una ciudad en un solo grito de victoria.
Además, el Vida fue cuna de grandes futbolistas que dejaron su huella en la historia del fútbol hondureño y mundial. Nombres como Adolfo “Gorcha” Collins, Roberto “Macho” Figueroa, y Arnold Peralta, entre muchos otros, comenzaron su carrera en este equipo, llevando consigo el espíritu luchador del Vida a cada rincón donde jugaron.
Ahora, el Vida se une a la triste lista de clubes hondureños que han desaparecido, como Necaxa, Hispano, y Real Maya. Pero a diferencia de otros, el legado del Vida vivirá en la memoria de todos los que alguna vez gritaron un gol desde las gradas del Estadio Ceibeño. Su historia, llena de glorias y desafíos, será recordada como un capítulo importante en el libro del fútbol nacional.