El mensaje de las urnas: lecciones de las elecciones internas en Honduras

Opiniones

Las recientes elecciones internas han dejado más preguntas que respuestas, y los datos actualizados del Consejo Nacional Electoral (CNE) reflejan tanto ganadores como perdedores en la contienda.

Sin embargo, más allá de los números fríos, hay señales políticas que no deben ser ignoradas.

El partido oficialista Libertad y Refundación (LIBRE) es, sin duda, uno de los actores más señalados y observados. Con 6,375 actas procesadas y 542,923 votos válidos, su participación fue significativa, pero hay un dato que resalta: 78,511 votos en blanco y 43,695 nulos.

Este volumen de votos no marcados o anulados sugiere una posible coacción para asistir a las urnas, así como un desencanto evidente con el gobierno actual. El desgaste de LIBRE no es un secreto: promesas incumplidas, crisis económica y social, e intentos de control sobre las instituciones han mermado la confianza de su base.

Por otro lado, el Partido Liberal, pese a llevar más de 15 años fuera del poder, sigue demostrando su vigencia con 482,392 votos válidos. Su capacidad de movilización y la renovación de liderazgos sugieren que aún es una fuerza con la que hay que contar.

Sin embargo, el mayor golpe lo ha dado el Partido Nacional, que con 597,188 votos válidos y menos actas procesadas que LIBRE, se posiciona como la mayor fuerza en estos comicios internos.

A pesar de los escándalos del pasado y la sombra de la extradición de un expresidente, el nacionalismo sigue teniendo un fuerte arraigo en la población.

Más allá de los resultados partidarios, hay otro tema que genera indignación: la gestión del proceso electoral.

Con un presupuesto histórico de 2,055 millones de lempiras, las elecciones primarias de 2025 han sido las más costosas en la historia democrática del país. Y, sin embargo, a casi un mes de los comicios, el CNE sigue sin ofrecer datos definitivos, lo que mina aún más la credibilidad del sistema electoral.

El mensaje de las urnas es claro: el país se encamina hacia un proceso electoral en el que el oficialismo enfrenta un desgaste serio, la oposición se reconfigura y la ciudadanía, cansada de promesas vacías, exige transparencia y cambios reales.

Ahora la pregunta es: ¿tomarán los partidos políticos estas señales en cuenta o seguirán ignorando el verdadero clamor popular?