Arenal, Yoro. En pleno siglo XXI y con la promesa de puentes, progreso y pavimento hasta el cielo, los vacacionistas que se atreven a regresar a su querido Arenal por Semana Santa viven un viacrucis más largo que el del Vía Crucis del Viernes Santo.

Todo gracias a el abandono del Gobierno Central, que aún no se digna a construir el bendito puente sobre el río Aguán.
La escena es de telenovela: cientos de vehículos varados a orillas del Aguán en el paso de Chilea en la comunidad de El Cayo, esperando su turno para subirse al que ahora es el verdadero símbolo del turismo rural hondureño: el John Deere del pueblo, apodado cariñosamente por los arenaleños como “el papamóvil”.
Este tractor, más noble que muchos políticos, cruza con paciencia celestial a familias completas, carros, mototaxis, y hasta perros en jaulas, mientras la fila avanza… pero al ritmo de la marea.

Hasta hace poco, existía un paso de madera que servía como solución “provisional permanente” —como suelen ser muchas obras públicas—, pero la Tormenta Sara, como buena aguafiestas, se lo llevó sin pedir permiso. Desde entonces, el papamóvil es la última esperanza para ahorrar una hora de camino, que de no cruzar por ahí, obliga a los vacacionistas a dar una vuelta tan larga como los discursos del Congreso Nacional.
Entre el sol inclemente, el polvo y la desesperación, algunos aprovechan para hacer picnic, otros para tomarse selfies y los más osados para bautizar a sus hijos con el agua del río. Todo mientras esperan que la maquinaria verde los lleve a casa como un moderno arca de Noé, solo que sin arcoiris ni promesa de puente nuevo a la vista.
“El año pasado dijeron que ya casi, que ya iban a licitar, que estaban viendo el perfil del terreno… y aquí seguimos, cruzando el río como si fuéramos peregrinos”, comentó un arenaleño entre risas resignadas. “Pero mire, el papamóvil no falla, es más confiable que el presupuesto nacional”, agregó.
Y así, entre esperanzas flotantes y neumáticos mojados, los vacacionistas llegaron a su destino, gracias a la fe, la tradición… y un tractor que, sin saberlo, se ha convertido en héroe de Semana Santa.
