Tegucigalpa, Honduras. Con un discurso que mezcla reflexión, memoria y una clara advertencia, la directora ejecutiva del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), Gabriela Castellanos, ha vuelto a sacudir la conciencia nacional al lanzar un mensaje que interpela no solo a las autoridades, sino también a la ciudadanía: “¿Qué estamos dispuestos a soportar? Porque el silencio ya no es una opción”.

En un país acostumbrado a las tormentas políticas, las promesas sin cumplir y las narrativas oficiales que distorsionan la realidad, Castellanos hizo un llamado urgente a la memoria colectiva y al coraje ciudadano.
Recordó el año 2020 como un punto de inflexión, marcado por la indignación que generó la frase “¿Dónde está el dinero?”, un grito surgido en medio de la pandemia que evidenció los escándalos de corrupción en el manejo de recursos públicos destinados a salvar vidas. Esa pregunta —dijo— sigue sin respuesta.
Pero más allá de la evocación, Castellanos expuso una realidad inquietante: hoy no hay una indignación masiva como entonces, aunque los abusos persisten. “Pasó lo que tenía que pasar, se castigó en las urnas… pero ¿qué pasa cuando no pasa nada?”, cuestionó, en clara referencia al nuevo gobierno, que llegó con la bandera de la refundación y hoy acumula denuncias de autoritarismo, pactos en la sombra y un preocupante retroceso institucional.
En su mensaje, la directora del CNA denunció el actuar del Congreso Nacional, al que acusó de manipular leyes, intimidar voces críticas y consolidar su poder sin consecuencias. A esto se suma la caótica conducción del proceso de elecciones primarias, que dejó entrever no solo una debilidad técnica, sino también una estrategia política para prolongar la incertidumbre y erosionar la confianza ciudadana.
“El gobierno alardea de haber aprovechado los descuidos de la oposición para imponer su proyecto refundacional. Y no pasa nada”, reiteró Castellanos, remarcando que mientras en la superficie reina la apatía, debajo se tejen pactos, se escriben discursos amañados y se socavan los pilares democráticos.
Este mensaje no es aislado, ni se trata de un reclamo institucional más. Es un llamado a despertar. En un contexto donde se avecinan elecciones generales en 2025, y donde la confianza en el sistema electoral y los poderes del Estado sigue debilitándose, Castellanos recuerda que la responsabilidad no es solo de quienes ostentan el poder, sino también de un pueblo que muchas veces ha preferido callar.
La frase que da título a su discurso —“el silencio ya no es una opción”— se convierte así en un desafío: a los ciudadanos, para exigir rendición de cuentas; a las instituciones, para no ser cómplices por omisión; y a los políticos, para entender que el poder no es una licencia para abusar, sino una oportunidad para servir.
Porque si Honduras vuelve a callar, volverá a perder. Y esta vez, puede ser más que dinero lo que no aparezca. Podría ser la esperanza misma de una verdadera democracia.