Yoro, Yoro – En el Cementerio General de Yoro, una fosa común guarda los restos de 19 personas que perecieron en uno de los accidentes aéreos más trágicos de la historia de Honduras. En bolsas negras de nylon y sobre la paila de un camioncito, los cuerpos calcinados fueron conducidos al lugar de su descanso final, envueltos en un penetrante olor a carne quemada.
Sobre esta fosa común, una lápida rinde homenaje: “A memoria de los caídos en el accidente aéreo del 25 de julio de 1977”. Sobre el suelo, 19 placas recuerdan los nombres de aquellos que encontraron su fin en esa fatídica fecha.
El accidente, ocurrido al estrellarse un avión de la Fuerza Aérea Hondureña en Yoro, dejó una escena de terror y desolación. Los sobrevivientes fueron transportados en pailas y cualquier medio disponible para recibir los primeros auxilios, mientras los voluntarios luchaban contra el horror de la situación para ayudar a los heridos.
Año tras año, el cementerio se convierte en un lugar de peregrinaje para los dolientes que recuerdan a sus seres queridos, perdidos en aquella trágica mañana de julio. Las visitas se realizan con el corazón pesado, conmemorando el día en que vieron por última vez a sus parientes y amigos.
Rumores del Accidente Aéreo de 1977
Un avión de la Fuerza Aérea Hondureña, sobrecargado y mal dirigido, se estrelló poco después de despegar, dejando una estela de dolor y preguntas sin respuestas.
Detrás de la tragedia, los rumores sugieren una serie de errores humanos y decisiones fatales. Según se dice, la tripulación había estado ingiriendo bebidas alcohólicas la noche anterior y se desvelaron. A pesar de su estado, decidieron emprender el retorno a Tegucigalpa temprano en la mañana. El avión, un Douglas C-47, solo tenía capacidad para 30 pasajeros, pero aquel día transportaba a 40 personas más sus equipajes, excediendo considerablemente su capacidad.
Se argumenta que los pilotos, desorientados y fatigados, tomaron la decisión de despegar en sentido contrario, de norte a sur, en vez de hacerlo de sur a norte, que era el sentido correcto debido al desnivel del terreno. Esta decisión resultó ser desastrosa. El avión no logró ganar la altitud necesaria y, con uno de sus motores fallando, se estrelló en un terreno montañoso cercano.