En tiempos en que la política suele ser un espectáculo de promesas incumplidas, selfies forzadas y discursos reciclados, Olanchito tiene un alcalde que, a sus 55 años, parece haber entendido que liderar no es solo ocupar un cargo, sino dejar huella.

Juan Carlos Molina no es un novato en la administración pública: fue diputado al Congreso Nacional, Gobernador Político y, hoy, alcalde de la ciudad cívica. Experiencia le sobra; la diferencia es que en su caso, también hay resultados tangibles.
Decir que es un líder visionario no es adulación vacía. Durante la pandemia de COVID-19, cuando el país entero debatía si el virus era “cosa seria” o una exageración mediática, Molina reunió a un grupo de hombres y mujeres, planteó una idea que llevaba semanas madurando en su mente y la hizo realidad: la Sala COVID.
No esperó milagros del gobierno central, ni discursos tranquilizadores; buscó apoyo en la empresa privada, conformó un comité histórico y, contra toda adversidad, Olanchito se convirtió en la única ciudad de Honduras que, en plena crisis sanitaria, construyó su propia sala hospitalaria.
Un proyecto que, más allá de los bloques y el cemento, salvó vidas y demostró que la imaginación, cuando se acompaña de gestión, se convierte en historia.

Ya como alcalde, repitió la fórmula: convocar a las personas indicadas, plantear la visión y trabajar hasta verla cumplida. De ahí nació la Tasa Ambiental, un mecanismo destinado a proteger las fuentes de agua y los bosques cercanos.
Una medida que, aunque a algunos les supo amarga como café sin azúcar, dejará un legado dulce para las generaciones futuras. Porque cuidar el agua hoy es evitar que mañana Olanchito sea una postal bonita… pero seca.
Y si de obras de impacto hablamos, la lista no termina ahí: la construcción de una nueva represa en Pimienta —después de 40 años sin tocar el sistema de captación— y la millonaria inversión en fortalecer el equipo de Ingeniería Municipal son señales claras de que la palabra “infraestructura” no es para él un adorno de campaña, sino un compromiso cumplido.
Olanchito ha dado grandes escritores, maestros, líderes gremiales, políticos y deportistas. Hoy, con justicia, puede decir que también tiene a un líder conciliador que ha sabido conducir su periodo municipal dejando proyectos que se cuentan no solo en metros cúbicos de agua o ladrillos colocados, sino en vidas salvadas y futuro asegurado.
La sátira aquí es sencilla: en un país donde la mayoría de los líderes parecen tener un doctorado en excusas y un máster en fotos inaugurales, Juan Carlos Molina ha demostrado que la verdadera política es la que se mide por lo que queda de pie cuando se apagan los reflectores. Y en Olanchito, varios de esos proyectos no solo quedarán en pie… sino que seguirán dando vida por décadas.