Koriun: del Ponzi a la pantomima estatal

Opiniones

¡Atención, Honduras! El Gobierno se ha vuelto solidario… con el dinero ajeno. En una repentina y sospechosa crisis de “humanismo”, la presidenta Xiomara Castro y su banda de salvadores improvisados han anunciado que el Presupuesto General de la República —sí, el mismo que no alcanza para paracetamol en los hospitales— se usará para rescatar a los estafados por Koriun ¡Aplausos! Pero con las manos vacías.

Dicen que es un acto de justicia. Nosotros decimos que es una cachetada a la dignidad del pueblo hondureño. Porque mientras en las salas de emergencia escasean las agujas y en los barrios el menú diario es miedo con guarnición de extorsión, al gobierno le parece “justo” usar fondos públicos para enmendar una estafa privada que ellos mismos dejaron crecer como hongo venenoso bajo su alfombra.

¡Y qué alfombra más tupida! Porque desde 2017 se venía advirtiendo sobre el show piramidal de Koriun… y nadie movió un dedo. ¿Dónde estaban Mel Zelaya, Xiomara, Redondo, Rebeca Ráquel, Marcio Sierra y Enrique Flores Lanza? ¡Silencio administrativo! Estaban calladitos, esperando que el Ponzi diera frutos… políticos.

Ahora, con el país a punto de estallar por el alza del dólar, la inseguridad, el desempleo, la pobreza y el colapso institucional, se sacan del sombrero una varita mágica legislativa para salvar a 35,000 inversionistas… pero no a los agricultores quebrados, ni a las enfermeras mal pagadas, ni a los estudiantes sin pupitre.

¿Y con qué dinero? Pues claro, con el suyo, el mío, el nuestro. No con el de los culpables. Porque aquí no hay responsables con nombre y apellido. Aquí nadie devuelve nada. Aquí se premia la impunidad con transferencias presupuestarias.

¡Ah, pero qué bello sería ver justicia real! Que Mel y Xiomara saquen de su cuenta la ayuda solidaria. Que Redondo devuelva sus viáticos dorados. Que Marcio Sierra venda sus relojes suizos. Que los grandes defensores del pueblo lo demuestren, no con discursos, sino con sus bienes y comodidades.

Porque mientras los verdaderos culpables de esta estafa siguen en libertad y en Twitter, el pueblo de a pie sigue pagando el precio.

¡Basta de disfrazar el cinismo con discursos de solidaridad! Basta de rescatar a unos pocos con el sudor de muchos. Si el gobierno quiere limpiar su imagen, que lo haga con jabón propio, no con el detergente del pueblo.

Esto no es justicia. Es un insulto con recibo oficial.

Y el pueblo —ese que sigue esperando agua potable, luz estable, empleo digno y calles transitables— ya está harto de pagar las cuentas de los ladrones.