La nostalgia del fútbol callejero en la Colonia Ponce: donde una pelota y cuatro piedras bastan para la diversión

Cultura

En la tranquila y placentera Colonia Ponce de Olanchito, una escena de la infancia se repite una y otra vez, resistiendo el paso del tiempo y la llegada de la tecnología. En una calle pavimentada, seis amigos se reúnen para desatar su pasión por el fútbol, recordando los días de antaño cuando la diversión era simple pero inolvidable.

Con una pelota como única herramienta y cuatro piedras improvisadas como porterías, los amigos se dividen en dos equipos y ocupan los cuadros de la calle. La emoción y la camaradería llenan el ambiente mientras corren y luchan por la posesión del balón.

En este escenario, la tecnología queda olvidada, reemplazada por la alegría de jugar juntos. Los jugadores se quitan las camisas al primer gol, convirtiendo el juego en una batalla entre tres sin camisa y tres con camisa, agregando un toque de competitividad y diversión extra a la tarde.

Aunque el pavimento duro pueda dejar algunos raspones en la piel, los amigos no se detienen. Cada caída es parte del juego, un recordatorio físico de las tardes de fútbol compartidas con risas y amistad.

Así transcurre una tarde en la Colonia Ponce, donde el fútbol callejero es más que un juego, es una tradición que se niega a desaparecer. En un mundo donde la tecnología domina, estas simples pero significativas reuniones son un recordatorio de la belleza de lo básico y la importancia de la amistad y la diversión compartida.

Seis amigos reviven la pasión por el fútbol en una tarde nostálgica en su barrio