“No era resistencia, era pura envidia”

Opiniones

¡Ay, Honduras! Vos que te levantás temprano con el gallo, que aguantás calor, apagones y hospitales sin medicamentos, también tenés que aguantar la mayor tomadura de pelo del siglo: los que decían ser “diferentes”, están terminando sus 4 años igualitos o peor que los que decían combatir.

¿Se acuerda usted, estimado lector, cuando los de la resistencia decían que iban a andar en chancletas, que no querían guardaespaldas, que iban a vender las camionetas Prado “del pueblo”? Pues no las vendieron, las duplicaron… y ahora andan en helicóptero, con la Prado adelante, la Prado atrás y una Hilux con vidrios oscuros por si les da la gana bajarse a comprar rasuradoras, hilo dental y tamales.

“No era resistencia, era pura envidia”, dice doña Chila en el mercado mientras abanica los nacatamales, y no le falta razón.

Porque el que más gritaba contra el nepotismo hoy tiene al primo, al cuñado, al suegro, al perro del compadre y al exnovio del hijo metidos en planilla. Hasta el gato tiene plaza, solo que como asesor en ronroneo estratégico.

Decían que iban a cambiar el país, y lo cambiaron… de posición, porque ellos ahora son los que dan las órdenes, los que apagan y prenden micrófonos en el Congreso, los que reparten plazas como si fueran pan dulce. Y claro, todo “en nombre del pueblo”, mientras el pueblo se derrite de calor en un aula sin abanico o se va a pie porque no hay para pasaje ni para medicina.

Nos vendieron el cuento de la “refundación”, pero hasta ahora lo único refundado ha sido el cinismo. Lo disfrazaron con discursos de pueblo, pero ahora ni el pueblo los encuentra sin cita previa ni credencial plastificada.

¿Y sabe qué es lo peor? Que cuando alguien se atreve a decirles que están haciendo lo mismo que los anteriores, sacan la carta de “nosotros sí tenemos conciencia social”, mientras comen asado en una toma y reparten contratos en el aire acondicionado.

Así que no se confunda, querido pueblo:
No era resistencia… era envidia.
No era refundación… era rotación de compadres.
Y no son diferentes… son los mismos, pero con biografía revolucionaria.

Pero tranquilo, que igual nos toca pagar la cuenta.