Olanchito vivió este mes una jornada cargada de identidad nacional, cultura y color, con la celebración del Día de Lempira en los diferentes centros educativos del municipio.

Estudiantes de todas las edades se lucieron con presentaciones llenas de ingenio, entusiasmo y orgullo por lo nuestro, demostrando que las raíces hondureñas están más vivas que nunca.
Desde tempranas horas de la mañana, aulas, patios y auditorios se convirtieron en escenarios de historia viva. Música folclórica, dramatizaciones, platillos típicos y, por supuesto, los esperados concursos de India Bonita se robaron el show.
En el Instituto San Martín de Coyoles Central, la estudiante Doany Gabriela, de décimo grado en la carrera de Administración Hotelera, se alzó con el Primer Lugar como India Bonita del Nivel Medio del Sector Valle Arriba. Su traje impecable, elaborado con detalles inspirados en la flora y fauna lenca, junto a su actitud serena y fuerte, conquistó al jurado.
En el Instituto Guillermo Moore, la corona fue para la talentosa María Rosales, quien fue electa como la India Bonita 2025, encarnando la gracia, la cultura y la fuerza de la mujer indígena hondureña.
En la Escuela EspirituSanto, la celebración tuvo lugar en el parque central ahi escogieron entre varias estudiantes de la Escuela el mejor traje típico y a su hermosa India Bonita.
El Instituto Inmaculada Concepción también vivió su propia fiesta de identidad. La elección de su India Bonita estuvo acompañada de emotivas palabras que exaltaron el papel de la mujer como embajadora del alma hondureña. Cada paso sobre la pasarela fue una reverencia al legado de nuestros ancestros.
En la comunidad de El Ocote el Instituto Modesto Rodas Alvarado, el ingenio y el compromiso con las tradiciones se reflejaron en los atuendos cuidadosamente elaborados por padres, maestros y alumnos. Inspirados en leyendas, símbolos patrios y elementos de la cosmovisión indígena, los trajes contaron historias en cada detalle.

Las ganadoras no solo fueron reconocidas por su belleza, sino también por su elegancia, carisma y amor por nuestras tradiciones. En sus rostros se reflejaba la fuerza de una historia que sigue latiendo desde lo más profundo de nuestras comunidades.
El Día de Lempira en Olanchito fue, una vez más, una expresión viva de nuestro espíritu catracho. Porque cuando se trata de identidad, este pueblo no improvisa… ¡brilla con luz propia!