Olanchito, Yoro – Bajo un cielo despejado, con un sol que parecía contradecir la tristeza que envolvía a la ciudad, Olanchito se despidió de Carlos Amador, un joven lleno de sueños que fue cruelmente arrebatado a la vida. Hace unos instantes, el carro fúnebre recorrió el Bulevar Edy Acosta, escoltado por una larga fila de vehículos.
Familiares, compañeros de estudios, vecinos y amigos seguían en silencio, acompañando a Carlos en su último viaje por las calles de su querido Olanchito.
El cortejo fúnebre partió desde la Colonia Los Maestros, donde Carlos había crecido rodeado del cariño de su familia, hasta un cementerio privado de la ciudad. El trayecto, que en vida fue uno de sus recorridos habituales, se transformó en un adiós cargado de nostalgia y dolor.
Las lágrimas de sus padres, la Maestra Aracely Romero y Balbino Amador, junto a sus hermanos, eran el reflejo de un dolor que resonaba en el corazón de todos los presentes.
Carlos, con apenas 24 años, era un joven soñador y amable, conocido por su sonrisa y su disposición para ayudar a los demás. La noticia de su asesinato en La Ceiba había conmocionado a la ciudad cívica. En el cementerio, las palabras de resignación y los recuerdos compartidos entre sollozos hacían palpitar los corazones de quienes lo amarán por siempre.
Mientras el sol desciende en el horizonte, Olanchito cierra un capítulo marcado por la pérdida y el dolor. Pero en cada rincón de la ciudad, en cada memoria y en cada corazón que Carlos tocó, su legado de bondad y sueños permanecerá.
La ciudad que lo vio crecer lo despidió con el amor y el respeto que se merece, recordando a un joven que dejó una huella imborrable en la vida de quienes lo conocieron.