En medio de una densa nube de humo que emana del botadero municipal en la ciudad de Tocoa, Armando Salgado, junto con otras 150 familias, expresan su frustración y descontento. Han convertido su hogar en un enclave cercano al basurero municipal, pero la contaminación se ha vuelto insoportable.
Desde tempranas horas, la carretera CA-13 hacia Trujillo y el desvío de Braulio se han visto bloqueados por las familias residentes en las colonias cercanas al botadero. El manto de humo, que en algunos momentos del día se extiende sobre la ciudad, ha llevado a los habitantes a tomar medidas drásticas para exigir una solución.
El basurero, ya colapsado, esconde fuego en su interior, desencadenando una neblina tóxica que afecta a más de 180 familias en la residencial Prado Verde. Aunque el humo se manifiesta como una tenue neblina, su inhalación se convierte en una pesadilla para los residentes.
Salgado, quien ha dependido del basurero durante 12 años, niega las acusaciones de incendiar el lugar y afirma que son ellos quienes constantemente intentan apagar el fuego. Sin embargo, las autoridades han respondido con discriminación y falta de atención a sus demandas.
A pesar de las dificultades, Salgado y otros residentes se mantienen firmes en su posición de no abandonar el lugar. Los habitantes exigen a las autoridades que extingan el fuego.
El botadero municipal, que ha acumulado basura durante años sin recibir el tratamiento adecuado, se ha convertido en un problema social y ambiental para la ciudad de Tocoa. Mientras tanto, los residentes se enfrentan a un caos en las vías, con pasajeros cargando sus maletas y caminando para continuar su viaje.