Rixi en campaña… con Prados y helicóptero incluidos

Opiniones

Si Aristóteles viviera, se arrancaría la toga. Si Sócrates pudiera ver esto, volvería a tomar la cicuta sin dudar. Y si el manual de ética pública tuviera voz, probablemente estaría llorando en una esquina del Congreso Nacional.

Porque lo que vivimos en Honduras, estimado lector, no es política. Es teatro. Y no de alta comedia precisamente. Es tragicomedia, y la actriz principal—¡oh sorpresa!—lleva boina, cartera roja y cargo doble: ministra de Defensa y candidata presidencial.

Sí, hablamos de doña Rixi Moncada, flamante aspirante del PLR y comandante en jefa de las FuerzasArmadas, quien parece haber confundido el sillón del ministerio con una butaca de campaña.

Porque mientras usted, hondureño promedio, ahorra para una moto comprada al credito, ella recorre el país en naves del Estado como si fuera parte del paquete de campaña: “Rixi 2025 – incluye tanque lleno, helicóptero y tropas de apoyo”.

En Honduras hemos visto de todo: presidentes que cambian la Constitución como si fuera calcetín, candidatos que prometen pavimentar hasta el río Ulúa, y ministros que hacen más TikToks que trabajo. Pero lo de Rixi es otra liga. Ella no solo hace campaña, hace desfile militar. Y el pueblo, que no es bobo aunque lo traten como tal, ya captó el mensaje: la ministra no está corriendo por la presidencia, está desfilando hacia ella… con marcha marcial y presupuesto público incluido.

Porque claro, ¿quién necesita plan de gobierno cuando se puede mostrar “firmeza” en cada discurso con helicópteros prestados y respaldo institucional? ¿Quién requiere credibilidad cuando se tiene acceso a vehículos oficiales y escoltas en pleno mitin?

Y no se equivoque, amable lector, esto no es populismo ordinario. Es populismo con uniforme. Demagogia blindada. La versión criolla del “autoritarismo elegante”: sonríe en campaña, reprime con decreto y si le cuestionan, responde con una cita constitucional mal leída. Eso sí, desde la tarima que también pagamos todos.

Pero no todo está perdido. Aún queda el recurso supremo del hondureño: la memoria (aunque a veces nos falle en las urnas). Porque si algo detesta este pueblo es al oportunista, al que se arropa en el poder para perpetuarse en él como si el país fuera herencia de familia. Y Rixi, con toda su estrategia de “militar de ocasión”, ya dejó claro que la ética le queda tan incómoda como un chaleco antibalas en verano.

Así que mientras ella vuela en helicóptero y pasea el libro del 28-J como si fuera evangelio nacional, nosotros seguiremos desde abajo, sin transporte ni ministerio, pero con algo que aún no nos han quitado: el derecho a la crítica, al señalamiento y, si todo falla, al voto.

Porque si algo sabemos en este país es que todo lo que sube—aunque sea en helicóptero de la FAH—eventualmente, baja.  Y algunos caen con más ruido que otros.