Rixi Moncada y su devoción por Fidel Castro

Opiniones

Las recientes declaraciones de Rixi Moncada, en las que ensalza a Fidel Castro como un “líder emblemático del mundo”, han generado un justificado rechazo en amplios sectores de la sociedad hondureña. No se trata de un simple elogio, sino de una declaración que revela su verdadera visión política: una inclinación hacia el autoritarismo y el dogmatismo ideológico que han sumido a Cuba en décadas de miseria y represión.

Mientras miles de cubanos arriesgan sus vidas tratando de escapar de un régimen que les niega sus derechos fundamentales, Moncada decide exaltar la figura de un dictador que encarceló opositores, censuró la prensa y convirtió a su país en una isla-prisión. Su postura no es solo una opinión personal, sino una señal de advertencia sobre el rumbo que podría tomar Honduras si llega al poder.

El verdadero liderazgo no se basa en la nostalgia por modelos fracasados, sino en la construcción de un futuro basado en la democracia y el desarrollo. Sin embargo, Moncada parece más preocupada por seguir el guion de la propaganda castrista que por atender las verdaderas necesidades de los hondureños. ¿Qué mensaje envía a los ciudadanos cuando, en lugar de defender la libertad y el progreso, ensalza a un régimen que ha sofocado cualquier intento de cambio?

Honduras necesita un liderazgo comprometido con el fortalecimiento de las instituciones democráticas y el bienestar de su pueblo. No se puede avanzar cuando se pretende imponer un modelo que ha fracasado en todos los países donde se ha intentado. La historia ha demostrado que los sistemas basados en el control absoluto del Estado solo conducen a la pobreza, la corrupción y la falta de oportunidades.

Moncada debe entender que los hondureños aspiran a un futuro de crecimiento, no a una copia de la crisis cubana. Su postura demuestra una desconexión con la realidad del pueblo, que ha sufrido suficiente con la incompetencia y los abusos de la clase política. En lugar de exaltar a dictadores, debería enfocarse en ofrecer soluciones reales para los problemas que enfrenta el país.

El pueblo hondureño debe estar alerta ante este tipo de discursos que buscan disfrazar el autoritarismo con palabras bonitas sobre justicia social y revolución. No podemos permitir que Honduras se convierta en un experimento ideológico donde las libertades sean restringidas y el progreso sea sustituido por la dependencia del Estado.

El futuro de nuestra nación debe estar basado en el fortalecimiento de la democracia, el respeto a los derechos humanos y la generación de oportunidades para todos. No necesitamos líderes que miren hacia el pasado con admiración por dictadores, sino gobernantes con visión de futuro, capaces de impulsar el desarrollo sin poner en riesgo nuestras libertades.

Moncada y quienes comparten su ideología deben recordar que el pueblo hondureño ya ha demostrado su rechazo a los regímenes autoritarios. La historia está llena de lecciones que no podemos ignorar: quienes traicionan la democracia en nombre de una supuesta revolución, terminan ahogando a sus pueblos en pobreza y desesperanza.