“¡Ta tuani, chele!”: El diccionario no oficial del buen catracho que se respeta

Opiniones

Si hay algo que nos hace únicos a los hondureños —además de ser buenos para el café, los frijoles y las baleadas “con todo”— es la manera tan sabrosa y chispeante con la que hablamos.

Porque donde se para un catracho, se escucha una jerga que ni la Real Academia Española entiende… pero que todo buen paisano siente y sabe de lo que se habla.

¡Y es que así somos! Calidos, amables y confianzudos, pero eso sí: con un vocabulario que deja a cualquiera “en blanco y sin idea” o como decimos en bien caliche “te quedaste en la luna” “te quedaste mamado”.

¿Quién no ha escuchado un “¡ta tuani, loco!” para decir que todo va bien? O un “a puro tucun” para presumir que se bajaron la Caguama de un solo trago, sin pensarlo. Somos un poema en movimiento con sabor a baleada y olor a café de palo.

Hondureñismos que nos hacen patria:
Pijinear: verbo sagrado que no necesita traducción. Se usa para salir a disfrutar con los amigos, ya sea en una disco, una pulpería o debajo del palo de mango.
Chiripa: cuando ganás sin saber cómo, como aquel estudiante que sacó 90 en el examen por “pura bendición divina”.
Turunca: piedra, pero con personalidad. Porque no es lo mismo una piedra, que un turuncazo bien dada.
Tumbado: “Eso está tumbado”, o sea, está bien bueno, chulo, maziso… En otras palabras, aprobado por el pueblo.
A tuto: cargar algo en la espalda como burro de carga. Usado especialmente cuando el cipote se duerme en la feria y lo toca al tata llevárselo “a tuto” hasta la casa.
Garduña: tirar algo entre varios, como cuando vas a la Escuela y no te ajustan los confites tenes que tirarlos a la garduña allá el que se quede sin nada.
Cambalache: no es trueque, ni favor… es ese clásico “haceme el cambalache, papá”, cuando uno necesita que le echen la mano porque somos raza.
Guaje: ropa de andar en casa, esa que no usás para salir pero que no soltás ni que te den bono solidario.

Y así, entre cipotes, doñas, chavalos, boleadas y “calenturas de barrio”, vamos construyendo una identidad que no necesita pasaporte: se siente con solo oírnos hablar.

Entonces, si alguien algún día te dice que el hondureño no tiene cultura, vos solo le respondés:
– “¡Andas mal, chele! Si hasta en los modismos llevamos patria.”

Así que contanos vos, comejamo de hueso colorado, ¿cuántos hondureñismos te sabés? ¿Cuál usás diario y cuál te hace sentir más catracho que la Iguana en Coco?.

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