Transportes Marilú: la ruta de la nostalgia que unió Olanchito y La Ceiba

Cultura

Olanchito, Yoro. Eran los años 60 y la carretera La Culebra se extendía como una serpiente de lodo y piedra entre la espesa selva de la Cordillera Nombre de Dios. No era una ruta para cualquiera; solo los más valientes y tenaces se atrevían a desafiar su trayecto irregular, lleno de curvas cerradas y barrancos traicioneros.

Sin embargo, en medio de ese paisaje indomable, un Toyota Stout 4×2 de color desgastado por el tiempo y la aventura, se abría paso con firmeza.

Ese vehículo no era cualquier pick-up. Pertenecía a don Francisco Baca, un hombre de espíritu incansable y visión emprendedora que encontró en aquella precaria vía un propósito mayor: conectar a Olanchito y La Ceiba, dos pueblos separados por la geografía pero unidos por la necesidad de comunicarse.

Así nació Transportes Marilú, una empresa que con esfuerzo y determinación, rompió las barreras del aislamiento.

El viaje no era sencillo. La carretera, estrecha y sin pavimentar, exigía destreza y paciencia. En las temporadas de lluvia, los pasajeros debían bajarse del vehículo para empujar entre el lodo o esperar largas horas a que el agua del río Yaruca bajara su caudal para poder cruzarlo sin ser arrastrados por la corriente.

A bordo del Toyota Stout, los viajeros compartían historias y risas, cargaban sus sacos de café, plátanos y gallinas, mientras el motor resonaba en las montañas, anunciando su paso. Para muchos, Transportes Marilú no solo era un medio de transporte, sino un símbolo de progreso, la única conexión con un mundo más allá de sus aldeas.

Con los años, la carretera de La Culebra perdió protagonismo frente a nuevas rutas, pero la historia de don Francisco Baca y su Toyota Stout quedó grabada en la memoria de quienes vivieron aquellos días.

Hoy, Transportes Marilú sigue operando, con vehículos más modernos y caminos mejorados, pero con el mismo espíritu de servicio y compromiso que su fundador inculcó desde sus primeros viajes.