Un monumento que da vida al alma de Olanchito

Cultura

Olanchito, Yoro. – Desde el lado este del parque central, una nueva obra de arte se levanta con dignidad y esperanza, como si quisiera estrechar la mano del sol cada mañana.

Allí, bañada por los primeros rayos del astro rey, descansa la más reciente joya artística de la ciudad: un monumento que no solo adorna, sino que simboliza la fuerza, la memoria y el espíritu creador de los hombres y mujeres que han hecho grande a Olanchito.

La escultura, concebida por la artista Olanchitense Lizeth Madrid, graduada de la Escuela Nacional de Bellas Artes, se presenta como un homenaje abstracto a la historia viva de este pueblo.

En su forma se dibuja la esencia de Olanchito: la mano fuerte que representa la lucha diaria y la creatividad de su gente; la boca, símbolo de la palabra sabia que ha brotado en esta tierra a través de grandes oradores, poetas y escritores.

Y la ausencia de ojos, un gesto profundo que recuerda que este monumento no distingue colores, partidos ni religiones: mira a todos por igual.

El monumento es una pieza abstracta en bronce que sorprende por su dramatismo y simbolismo. Se trata de una gran mano abierta que, desde su palma, deja ver un rostro humano con la boca abierta en expresión de fuerza y voz.

Una boca que grita, que proclama, que anuncia la palabra como arma de transformación social.

Debajo, se apoya en bloques que evocan libros: uno de ellos con la inscripción Cipotes de Ramón Amaya Amador, como recordatorio eterno del legado literario que Olanchito ha dado al país y al mundo.

En la parte frontal, se dibuja un reloj que remite a la Torre del Reloj, símbolo arquitectónico e histórico de la ciudad. La escultura también integra un pie humano que asoma, como si emergiera de la misma raíz cultural de Olanchito, recordando que el pueblo camina con paso firme hacia el futuro.

Cada ángulo revela un detalle distinto, un mensaje oculto que invita al espectador a detenerse, observar y reflexionar.

La pieza pertenece al arte abstracto, un género que no busca imitar la realidad tal como la vemos, sino interpretarla a través de símbolos, formas y metáforas. En esta obra, cada elemento es un puente entre la memoria y el presente, entre la lucha de ayer y la esperanza del mañana.

El arte abstracto invita a sentir más que a ver, a descubrir significados en la sensibilidad de cada espectador.

Más que un adorno urbano, el monumento es una declaración de gratitud: un tributo a los artistas, a los trabajadores, a los soñadores de Olanchito.

Con su presencia, recuerda a todos que esta ciudad no solo se construye con ladrillos y cemento, sino con la palabra, el talento, el arte y la pasión de su gente.

Cada mañana, cuando el sol ilumina la obra, Olanchito reafirma que su mayor riqueza no está en sus calles ni en sus edificios, sino en las manos, las voces y los corazones de su pueblo.

Este monumento, en el costado este del parque central, es la prueba de que el arte puede ser también la memoria eterna de una ciudad.