Las elecciones primarias en Honduras estuvieron marcadas por un caos logístico sin precedentes. La jornada del domingo, que debía transcurrir como un ejercicio democrático ordenado, se convirtió en una muestra de resistencia ciudadana ante la ineficiencia institucional.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) y las Fuerzas Armadas (FFAA), responsables de la distribución del material electoral, fallaron en su tarea, dejando a miles de votantes en incertidumbre. Sin embargo, fue la misma población la que salvó sus elecciones, demostrando que no está dispuesta a ceder su derecho a elegir libremente.
Desde tempranas horas, en Tegucigalpa y San Pedro Sula, los votantes se encontraron con un escenario inédito: las urnas y papeletas no habían llegado a los centros de votación.

La indignación creció al ver que, mientras los materiales no estaban en su destino, circulaban imágenes en redes sociales mostrando maletas electorales en buses urbanos e incluso abandonadas en la vía pública.
A lo largo del día, las denuncias y protestas se intensificaron. Al final, los ciudadanos decidieron permanecer en sus centros de votación hasta altas horas de la noche, esperando las urnas que, en algunos casos, llegaron hasta la madrugada del lunes.
El desorden y la sospecha: un proceso bajo la lupa
El retraso en la distribución del material electoral no fue uniforme. Mientras algunos centros recibieron las urnas del partido oficialista con relativa puntualidad, las de los partidos opositores llegaron con muchas horas de retraso o nunca aparecieron.
La ausencia de los custodios electorales y la falta de resguardo militar en el traslado del material generan dudas sobre si la desorganización fue simple incompetencia o una maniobra premeditada.

El caso más insólito es que en regiones de difícil acceso, como la Mosquitia, el material llegó sin mayores problemas, pese a que su traslado implicó el uso de avionetas y embarcaciones. Sin embargo, en Tegucigalpa, a menos de 20 minutos de distancia del INFOP —el almacén central—, urnas destinadas a colonias cercanas fueron desviadas inexplicablemente.
En San Pedro Sula, la demora fue igual de absurda: urnas que debían llegar a Cofradía en 30 minutos tardaron cinco horas en aparecer.
Un mensaje claro: la democracia no se negocia
El pueblo hondureño demostró que, pese a los obstáculos, no permitirá que su derecho al voto sea vulnerado. La imagen de ciudadanos votando hasta la madrugada es una muestra de la voluntad férrea de los hondureños de defender la democracia.
Esta jornada electoral deja muchas interrogantes sobre la capacidad del CNE y las FFAA para garantizar un proceso justo y transparente en las elecciones generales de noviembre.
Si lo sucedido en las primarias fue un ensayo, el resultado es alarmante. La ciudadanía ha enviado un mensaje claro: no aceptará imposiciones ni permitirá que su derecho a elegir sea manipulado.
Ahora, la responsabilidad recae en las autoridades, que deberán garantizar que en noviembre no se repitan los mismos errores… o enfrentarán una pelea aún mayor.
