La decisión de la presidenta Xiomara Castro de suspender el tratado de extradición con Estados Unidos y las posteriores declaraciones del secretario del Congreso Nacional, Carlos Zelaya, han desatado una tormenta política en Honduras.
La narrativa de conspiración promovida por el gobierno, en la que se denunciaba un supuesto intento de golpe de Estado apoyado por Washington, fue eclipsada por la admisión de Zelaya de haberse reunido con capos de la droga hondureños en 2013 para buscar fondos para la campaña de Libre.
Zelaya, hermano del expresidente Manuel Zelaya, confesó haberse reunido con narcotraficantes, aunque alegó que no sabía que estos individuos estaban involucrados en actividades ilícitas, presentándolos como “inversionistas”.
Estas revelaciones contradicen sus anteriores negaciones y sugieren que las acusaciones hechas por el narcotraficante Devis Leonel Rivera Maradiaga en cortes estadounidenses podrían tener fundamento.
La declaración de Zelaya, quien además anunció su renuncia a su cargo y a su escaño en el Congreso, ha generado un terremoto político que no solo afecta al gobierno de Castro, sino también al partido Libre y a la familia Zelaya.
Este episodio ha debilitado la tesis del gobierno sobre la defensa de la soberanía y la conspiración estadounidense, además de poner en duda la integridad de los líderes de Libre.
En medio de este caos, el gobierno ha intentado retomar el control de la narrativa, designando a Rixi Moncada, una aliada cercana de la familia Zelaya y potencial candidata presidencial, como la nueva titular de la Secretaría de Defensa.
Sin embargo, esta decisión podría abrir nuevas grietas dentro del partido y las Fuerzas Armadas, aumentando la incertidumbre política en un momento crucial para el país.
La renuncia del ministro de Defensa, José Manuel Zelaya Rosales, hijo de Carlos Zelaya, añade otra capa de complejidad a la situación, ya que podría ser vista como un intento de distanciar al gobierno de los escándalos familiares.
Sin embargo, la percepción pública de que el círculo cercano de la presidenta Castro está siendo afectado por las propias acciones de sus miembros más leales podría tener repercusiones en la estabilidad y la popularidad del gobierno.
Este escenario se desarrolla en un contexto donde la población ya mostraba un rechazo mayoritario a la suspensión del tratado de extradición, según sondeos recientes. La aparente desintegración de la narrativa oficial y las crecientes divisiones dentro del partido Libre podrían tener un impacto en la política hondureña, a medida que el país se acerca a un período electoral decisivo en 2025.