En un mundo donde las oportunidades para alzar la voz en el escenario internacional son escasas y preciosas, el reciente discurso de la presidenta Xiomara Castro ante la 79ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas deja mucho que reflexionar.
¿Qué mensaje llevó nuestra mandataria a una plataforma donde los ojos de todo el mundo estaban puestos sobre ella? En lugar de aprovechar este momento para hablar de los desafíos y necesidades urgentes de Honduras, Castro centró su discurso en abogar por el levantamiento de los embargos a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Resulta difícil comprender cómo, con tantas problemáticas nacionales que claman por atención, la presidenta desvía el enfoque hacia la defensa de regímenes conocidos por su déficit democrático. Honduras, un país que enfrenta enormes retos en materia de pobreza, seguridad y gobernabilidad, merecía ocupar el centro de su discurso.
Las dificultades de nuestro pueblo, los anhelos de nuestros jóvenes y las aspiraciones de un país que busca un futuro mejor deberían haber sido los temas a destacar.
No es la primera vez que la presidenta Castro ha utilizado foros internacionales para expresar su afinidad con estos gobiernos. En sus casi tres años de mandato, esta postura ha sido reiterativa, generando en muchos hondureños la sensación de que las prioridades de su administración están más orientadas hacia el exterior que hacia adentro.
El viejo refrán “candil de la calle, oscuridad de la casa” cobra especial relevancia en este contexto. ¿Por qué nuestro país sigue quedando en segundo plano en estos discursos tan cruciales? ¿Qué mensaje se envía a la comunidad internacional cuando nuestro máximo representante aboga por regímenes autoritarios en lugar de exponer los retos que enfrentamos como nación?
Es momento de que Honduras tenga una voz fuerte y clara en el ámbito global, pero una voz que hable de sus propios problemas, de sus sueños y de su búsqueda por una democracia más fuerte y una sociedad más justa.
Al final del día, los discursos internacionales son una oportunidad para representar al pueblo hondureño, y ese debería ser siempre el enfoque primordial.
Este momento ante la ONU fue una oportunidad perdida para hacer brillar a Honduras, para reclamar un futuro mejor para nuestra nación. Pero mientras las palabras de nuestra presidenta se dedican a otros países, el pueblo hondureño sigue esperando que sus problemas sean atendidos con la urgencia que merecen.