Saba, Colón – En aquellos días de octubre de 1998, el sonido de la lluvia no era el típico susurro de agua acariciando la tierra; era un rugido de furia que arrasaba con todo a su paso.
Los habitantes de los campos bananeros de Sonaguera y Sabá en Colón, apenas tuvieron tiempo de buscar refugio sobre los pocos techos de las empacadoras y barracones que aún resistían al implacable huracán Mitch.
El río Aguán, normalmente sereno, se transformó en un monstruo de agua, tragándose cultivos, caminos y vidas enteras.
Durante más de cuatro días, la angustia se apoderó de quienes quedaron atrapados, rodeados de un mar enloquecido, sin esperanza de escape.
Familias enteras aguardaban en silencio sobre aquellos techos, recordando cada rincón de sus hogares, cada parcela de tierra que cultivaron y que ahora yacía bajo las aguas.
El tiempo parecía haberse detenido.
Entonces, cuando todo parecía perdido, la transnacional Standard Fruit Company envió cuatro helicópteros que lograron abrirse paso entre las nubes y las ráfagas de viento para rescatar a los trabajadores de los campos de Valle, Copete, Nerones, Guanacaste y La Paz.
En total, fueron unas 400 personas las que regresaron a salvo, con el peso de la tragedia y el recuerdo de un Mitch que quedará para siempre en sus memorias y en la historia de una tierra que, 26 años después, aún evoca el valor de quienes sobrevivieron.