El sistema Ponzi: una promesa de riqueza que termina en ruina

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En los últimos años, miles de personas alrededor del mundo —y recientemente en Honduras— han sido víctimas de una estructura fraudulenta tan antigua como peligrosa: el sistema Ponzi.

Aunque se presenta bajo nuevas caras, nombres atractivos y estrategias modernas de redes sociales, su esencia sigue siendo la misma: una estafa basada en la ilusión de riqueza fácil.

El sistema Ponzi, bautizado así por el estafador italiano Charles Ponzi en la década de 1920, opera bajo un mecanismo piramidal en el que el dinero que entra no genera utilidades reales, sino que se usa para pagar a los primeros inversionistas, creando la apariencia de un negocio exitoso y rentable.

En realidad, no existe ninguna actividad productiva de fondo ni inversión genuina que respalde las ganancias prometidas.

¿Cómo funciona?

La estrategia es simple y seductora. Un supuesto “inversionista” o empresa ofrece retornos elevados en poco tiempo, muy por encima de los que otorga el sistema financiero tradicional.

Atraen a las primeras víctimas, quienes —tras recibir pagos puntuales— se convierten sin saberlo en promotores del fraude, convenciendo a familiares, amigos y conocidos de invertir también.

La cadena se alimenta del entusiasmo de quienes ya cobraron, mientras nuevos fondos siguen entrando. Pero como no hay inversión real, el sistema colapsa tan pronto se frena la llegada de nuevos participantes.

¿Por qué es una estafa?

Porque el esquema se basa en el engaño. Los promotores aseguran que el dinero se invierte en mercados legítimos (como bienes raíces, criptomonedas, acciones o importaciones), pero en realidad sólo redistribuyen el capital de los nuevos aportantes.

No hay transparencia, ni control institucional, ni registros válidos ante entidades como la CNBS en Honduras. Y cuando el flujo de dinero cesa, las últimas personas en invertir —que usualmente son la mayoría— pierden todo su capital.

Este modelo fraudulento no solo causa pérdidas económicas, sino que destruye la confianza en el sistema financiero, afecta la economía familiar, y muchas veces deja profundas secuelas emocionales en quienes cayeron por ingenuidad o necesidad.

Las autoridades en Honduras, como el Ministerio Público y la CNBS, han comenzado a identificar y perseguir judicialmente este tipo de estructuras, como en el reciente caso de la empresa “Koriun Inversiones”.

Conclusión

Si una inversión suena demasiado buena para ser verdad, probablemente lo es. Nadie puede garantizar ganancias rápidas y elevadas sin asumir riesgos reales o contar con respaldo financiero legítimo.