Redondo enciende la hoguera: quema a los diputados… pero echa leña donde más le conviene

Política

En una movida digna de un mago desesperado por desviar la atención del truco principal, el presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, ha decidido prenderle fuego político a los 220 diputados que han gestionado ayudas sociales desde 2022, según él, “por el bien de la transparencia”.

Pero resulta que esta revelación viene justo cuando los de su partido, Libre, están bajo la lupa por el uso de millonarios fondos, y la hoguera parece más un acto de distracción que de justicia.

Redondo, que hasta ayer se hacía el mudo con el listado, hoy lo desempolva como quien encuentra una carta bajo la manga. Y vaya carta: 96 de los 100 diputados de Libre han metido mano en los fondos. Pero para que no se note tanto el tufo, también quemó con gasolina a otro resto de Diputados.

“Esto ha sido transversal”, dijo con tono solemne, como quien reparte culpas mientras protege a los suyos. Y es que, tras el escándalo de Sedesol y la caída de José Carlos Cardona, el Congreso se volvió un hervidero de nombres, cheques y vergüenzas.

¿Transparencia o vendetta preventiva?
Pero Redondo no se detuvo ahí. En modo justiciero nocturno, prometió que este mismo miércoles a las 11:00 de la noche (cuando el pueblo duerme y los gatos son todos pardos), va a publicar la lista de diputados liberales y de Salvador Nasralla que también han recibido recursos del fondo social. Porque claro, cuando el incendio se sale de control, lo mejor es arrastrar a todos los vecinos.

“Lo hago en nombre de la transparencia”, sentenció Redondo, con un tuit que más parecía amenaza que promesa. Aunque a estas alturas, el pueblo ya sabe que la “transparencia” en política hondureña suele venir empañada con humo… mucho humo.

Y así, mientras el país se cae a pedazos por falta de medicinas, educación y carreteras, el Congreso juega a “yo no fui”, sacando listas para distraer de lo esencial: que los fondos públicos siguen siendo usados como piñata electoral por todos, pero especialmente por quienes se llenaron la boca con la palabra “cambio”.

Al final, en esta hoguera de vanidades, todos terminan chamuscados, pero el pueblo sigue ardiendo… de indignación.