Eran los años 60 en La Ceiba, una época de cambios y nuevos sabores. En el bullicio de las locomotoras que llegaban al puerto, trayendo consigo visitantes y empleados de la transnacional bananera, un platillo estaba por marcar historia: la baleada. Esta sencilla combinación de tortilla de harina, frijoles y queso se convertiría en un ícono de la gastronomía hondureña, enamorando a todos quienes la probaran.
Hoy, 15 de junio, se celebra en Honduras el Día de la Baleada, un homenaje a este delicioso platillo que ha trascendido fronteras y generaciones. La historia de la baleada se remonta al año 1964, en un humilde puesto en la línea de ferrocarril de La Ceiba. Doña Teresa de Jesús Montiño, conocida cariñosamente como Doña Tere, comenzó a vender sus exquisitas tortillas con frijoles y queso en la avenida La República, al lado de la vía del tren donde pasaban las locomotoras de la Standard Fruit Company.
Las delicias de Doña Tere pronto se convirtieron en un fenómeno local. Los ceibeños y visitantes por igual se deleitaban con este sencillo pero sabroso platillo. Según cuenta la leyenda, el nombre “baleada” surgió de un cliente que, al probar la tortilla, describió la combinación como si fuera un cartucho, con los frijoles representando las balas y el queso seco como la pólvora.
El puestecito de Doña Tere en la avenida República se convirtió en un punto de encuentro, donde la gente se reunía no solo para disfrutar de las baleadas, sino también para compartir historias y risas. La sencillez y el sabor de este platillo resonaron con la comunidad, convirtiéndose en un símbolo de identidad y orgullo local.
La influencia de la baleada se extendió rápidamente por todo Honduras, convirtiéndose en un platillo popular en todos los rincones del país. Su versatilidad permitió que se adaptara a los gustos y preferencias de cada región, añadiendo ingredientes como aguacate, huevos, carne y más, pero siempre manteniendo su esencia original.
Hoy, en el Día de la Baleada, Honduras celebra no solo un platillo, sino una parte fundamental de su cultura y tradición. La baleada representa la creatividad y el ingenio de su gente, capaz de transformar ingredientes simples en una delicia que conquista paladares. En cada mordisco, se encuentra la historia de Doña Tere y su legado, que continúa vivo en cada puesto y restaurante que ofrece este emblemático platillo.
La baleada es más que una comida; es un testimonio del espíritu hondureño, de su capacidad para crear y compartir. En este día, los hondureños recuerdan con cariño a Doña Teresa de Jesús Montiño, la creadora de este manjar, y celebran la riqueza de su patrimonio culinario. Desde los trenes de la Standard Fruit Company hasta las mesas de los hogares hondureños, la baleada sigue siendo una deliciosa tradición que une y deleita a todos.